El Millonario mostró carácter para alcanzar el 3-3 ante Arsenal, tras estar dos goles abajo. Sin embargo, cometió errores muy groseros en defensa, por lo que es difícil elegir entre quedarse con la imagen ambiciosa del final o preocuparse por las ventajas concedidas.
Dos equipos en uno. Ése fue el semblante futbolístico que dejo River en Sarandí, donde rescató un empate y casi triunfa. Pasó de coquetear con una goleada en contra al descuento enseguida. Fue de menos a más. Aunque está claro que hoy por hoy el punto no sirve del todo, tal vez tome cierto valor cuando el Campeonato 2015 entre en su última recta, en noviembre.
Lo cierto es que el Millonario generó sensaciones ambiguas. Tuvo un primer tiempo para preocuparse. Facilitó el libreto de Arsenal. Simplificó la tarea de un Ramiro Carrera imparable. Sufrió por errores colectivos e individuales. Ninguno de los integrantes del fondo brindó garantías. Desde Julio Chiarini, lejos de su versión inicial en el club, hasta Germán Pezzella, fuera de timming.
Más allá de las equivocaciones enumeradas, es justo mencionar que una infracción sobre Ramiro Funes Mori, no sancionada por Darío Herrera, permitió que el conjunto del Viaducto abriera la cuenta. Como en septiembre pasado, la reacción de River fue inmediata: gran maniobra de Gonzalo Martínez para el 1-1. El partido estaba demasiado abierto en ese entonces.
Pero los huecos que dejó La Banda inclinaron la balanza en favor del equipo que dirige Martín Palermo. Damián Pérez, con un golazo, desniveló. Minutos antes, Chiarini había tapado un mano a mano. Cada ataque local despertaba una serie de fallas groseras atrás. Por eso,en el cierre de la etapa inicial, Carrera aprovechó una salida veloz para lucirse y estirar la diferencia en el marcador.
De ninguna manera el 1-3 derrumbaba cualquier tipo de esperanza. Aunque lógicamente había que realizar ajustes. Totalmente ajeno a la especulación, Marcelo Gallardo introdujo cambios ofensivos. Hubo una acción bisagra: a los once del complemento, Carrera estrelló un remate en el poste derecho. Arsenal perdonó; Rodrigo Mora, no. Con una definición exquisita, achicó el margen.
River estaba jugado. Adelantó líneas. Apostó al riesgo. El Muñeco sabía que la igualdad era posible. Es que hubo un monólogo de la verdadera banda roja en el tiempo restante. Centros de un lado y del otro. A veces, excesiva elaboración. Una falta sobre Sebastián Driussi, al borde del área, sirvió para que Mora consiguiera el 3-3, de tiro libre, pese a que la barrera no respetó la distancia. Así, El Más Grande halló el empate y hasta podría haber ganado. Sin embargo, dejó sensaciones ambiguas. Hay que mejorar.



