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Tiempos de Revancha

llos que saben de la paciencia. Los que comprenden que sin tiempo no hay proyecto. Para aquel que no mató a Vega, ni a Funes Mori, ni a Vella, por la derrota ante Belgrano.

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(Columna de Opinión – Por Pablo Desimone). Hacía falta una victoria que aquietara la turbulenta semana que vivió el Mundo River. No para cortarse la lengua como Bengoa en la pelicula de Aristarain. Si, para llamarse a sosiego y tirar todos del mismo carro. Primer triunfo importante Con sabor a revancha, con ellos mismos, con la gente que cree que este es un equipo todavía en formación.

Aquellos que saben de la paciencia. Los que comprenden que sin tiempo no hay proyecto. Para aquel que no mató a Vega, ni a Funes Mori, ni a Vella, por la derrota ante Belgrano. Hubo revancha en el resultado porque se le ganó a un equipo con el que no se podía hace 10 años en las diagonales. Pero también en lo futbolístico porque River jugó un segundo tiempo más que aceptable. Es cierto, con espacios, esos que en Nuñez la mayoría de las veces no aparecen. Pero con el mellizo-delantero más picante que nunca. Armando dupla con un Trezeguet descomunal saliendo de su marca y metiendo asistencias a un toque brillantes. Con un Ponzio que fue de menor a mayor y terminó copando la media cancha ganándole el duelo a otro león como es Braña. Con el saludable ingreso e inteligencia que mostró Rojas en su pierna izquierda. Y con un Barovero que llegó a River para ser titular. Qué si no jugó contra Belgrano fue por una cuestión de tiempos deportivos, nada más. Igual que Bottinelli.

No hay que mezclar la política con lo deportivo- sanatearon unos. ¿Cuánto tiempo más vamos a aguantar esta mediocridad? – sentenciaron otros. ¿Quién carajo se cree Almeyda? –respondió una Agrupación, como si el microclima político no existiera y su onda expansiva no les llegara a los jugadores y al cuerpo técnico. Hasta el manso de Francescoli – amigo de los silencios- tuvo que salir a escena y ofició de patriarca respaldando a Matías: “le puso el corazón a River en su peor momento, cosa que yo no se si hubiera hecho” y hoy se encuentra en medio de un fuego cruzado. Hasta gente del mismo oficiliasmo se rumorea que pidió públicamente por alguna titularidad.

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Un caos. Difícil, muy difícil trabajar en estas condiciones. Almeyda un profesional medido, no aguantó más. Sin dar nombres propios, dio por sobreentendida su saturación frente a la hostilidad. Le piden las tres “G”, a corto plazo. Le arman listas sucesorias. Pocos recuerdan el “fierro caliente” que agarró. Pocos pueden mirar hacia los costados y observar la “picadora de técnicos” que es el futbol argentino, cuyo diseño está armado para que estos abonen la papelera de reciclaje si en tres fechas no hay resultados positivos. Entonces ocurre el sindrome “delete” de las tres “G”. Hay solo una que es más imperativa que las otras. Ganar o ganar. Después vemos como y si uno se puede ilusionar con ver algo de futbol. River, como nunca, está siendo rehén de los tiempos. Y si de cosechar puntos se trata, pués bien vale esta victoria para envalentonarse y recobrar al menos algo de la mística ganadora extraviada.

Sea como fuere, River supo como surfear la tempestad. Que parece un obstáculo intrísenco a estos momentos. Mucha tribulación, sin tiempo para disfrutar la vuelta la “A”, ventas cuestionadas y compras minimizadas. La adquisición de Luna, desconcertó a propios y extraños pero trajo algo de calma. Claro que genera expectativas un jugador de grandes goles, mucha garra y el armado de una delantera letal, que puede reemplazar desde la efectividad el sinsabor que dejo la partida de Cavenaghi-Dominguez. Pero sobre el filo del viernes la venta de Ocampos fue sobre llovido mojado. Nueva polémica.

A River le costó un tiempo acomodarse en la cancha. No fue para descorchar, ni mucho menos. Ganó con justicia. Aunque el árbitro se comió un penal enorme de Gonzalez Pirez, que luego compensó el linea cuando cortó una maravillosa pared elaborada por Trezeguet y Rogelio Funes Mori. Era el tercero. Pero más costó obtener su merecido tiempo de revancha. Tiempo de óxigeno para poder trabajar en paz otra semana. Como para hacer un rebaje a la inmediatez y la urgencia. River le ganó a si mismo tras una semana crispadísima. Casi como un espejo del humor social del país de estos días. No siempre “vale todo”. Ni pueder ser “todo o nada”. Ni se puede vivir en la desconfianza. En la vida hay matices, como en el futbol. Quizás la síntesis de ese desquite este en la figura de Funes Mori, autor de dos golazos. Que cada día crece más al lado de Trezeguet, tal cual se viene observando desde las últimas fechas del Nacional “B”. Aunque todavía tenga que erradicar cierta tendencia al individualismo, nadie le podra cuestionar la fe, ni la potencia y precisión que viene aquilatando.

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No se lo puede cargar la “historia negra de River y los penales”. Solo Passarella jugador y Ortega dieron sobradas muestras de infalibilidad. El resto, desde Delem hasta Salas o Gallardo – grandes ídolos- u otros como Maxi López, Pavone, el Cave, el Chori, y hasta David tuvieron sus traspies desde los once pasos.

Una victoria para los cautos, los incondicionales, los que hacen un culto del “aunque ganes o pierdas”. Los sufridos. Los que alientan sin cesar y bufan para adentro, antes que putear a viva voz. No me vengan con el cuento de la política y su inocua incidencia. Que haya, de lunes a viernes. Pero a la cancha, ni trapos que hostiguen, ni “bosterización”, ni cantos hirientes…ni banderas negras, ni blancos en las tribunas. “Ser riverplatense es gozar la vida y cuando se pierde no protestar ”. Esto recién empieza y hay mucha tela para cortar.

Por eso es mejor que hablen las piernas de los jugadores. Darles una nueva chance como al “denostado Rogelio que pudo pagar con goles una deuda donde se mezclan principios, juicios apresurados e inclementes. Ya habrá tiempo para todo eso. Hoy es vital poner la pelota al piso y dar dos pases seguidos al compañero. Hacer una pausa. Y reencontrar la fe. Todo River debería asumir el compromiso de jugar al pie y devolverla redonda. No acostumbrarnos a vivir a los puntinazos y respetarnos más. Vamos Millo, que se puede carajo. Si todavía falta que cuando salga la “Luna”, ¡aparezca el bravo River!

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