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River se fue al pasto

Luego de un trabajo relativamente bueno durante el primer tiempo, cuando se puso en ventaja, el equipo desbarrancó en el complemento. Sufrió el 1-1 definitivo frente a Juan Aurich, en el césped sintético de Chiclayo.

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Luego de un trabajo relativamente bueno durante el primer tiempo, cuando se puso en ventaja, el equipo desbarrancó en el complemento. Sufrió el 1-1 definitivo frente a Juan Aurich, en el césped sintético de Chiclayo.

De ninguna manera hay que apelar a una excusa. Las condiciones fueron iguales para ambos conjuntos. Y si bien es cierto que el local obviamente está acostumbrado al terreno de superficie artificial, eso no sirve como atenuante: River se fue al pasto. Es que tenía el partido bastante controlado e iba por el camino correcto, pero cometió diversos errores -especialmente en los metros finales- y lo pagó caro.

Está claro que el Millonario fue superior. Lejos de brillar, aunque con cierto grado de adaptación inmediata al césped artificial, aun sin que eso implicara mostrar un nivel cercano al que podría haber tenido en un campo normal, manejó los tiempos durante la etapa inicial. Cada vez que Leonardo Pisculichi o Carlos Sánchez entraron en acción, El Más Grande le dio sentido al balón, que igualmente picó con una velocidad inusual.

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En ese contexto propio del papi fútbol, pero por la Copa Libertadores, River se puso en ventaja. Un tiro libre preciso de Pisculichi halló la cabeza de Jonatan Maidana para que Eder Álvarez Balanta completara la obra a los 21 minutos del primer tiempo. Parecía que la diferencia se iba a incrementar enseguida. Sin embargo, no ocurrió. Rodrigo Mora y Teófilo Gutiérrez, cuyo desempeño fue demasiado displicente, fallaron en la resolución.

River tuvo diversas posibilidades para aumentar la ventaja frente a una defensa endeble. Desde tiros de media distancia hasta acciones provenientes de pelota parada, pasando por contragolpes, centros cruzados y envíos aéreos, entre otras herramientas. Ninguna concluyó con éxito. Generalmente, por impericia propia, aunque en otras ocasiones aparecieron las manos de Pedro Gallese para ahogar el grito de gol. Y como si fuera poco, el árbitro no sancionó un penal sobre Pisculichi.

Entonces, una de las máximas del fútbol dio el presente en Perú: como el equipo que dirige Marcelo Gallardo desperdició sus chances en el arco de enfrente, sufrió un tanto en el propio. La entrada de Hernán Rengifo surtió efecto, tras una jugada en la que Maidana y Matías Kranevitter se chocaron, dejando un hueco crucial. River no perdió las esperanzas. Buscó y buscó. Los cambios llegaron tarde. El empate fue injusto, sí, pero el nivel de La Banda se fue al pasto cuando necesitaba asegurar el triunfo.

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