El River de 1986 marcó un antes y un después en la historia del Más Grande, y sus grandes triunfos de aquellos años a nivel continental e internacional no podrán ser igualados jamás, ya que aquel plantel fantástico no solo consiguió la primera Libertadores de la historia del club, sino además que pudo levantar la única Copa Intercontinental que existe en las vitrinas.

Pero aquel equipo fenomenal no solo se destacaba por su capacidad futbolística dentro de la cancha, sino además por la tremenda personalidad de todos sus líderes y caudillos históricos y por la unión maravillosa que existía dentro del vestuario, y en cada entrenamiento, viaje o concentración.

Es por esto que las grandes anécdotas de aquel año se multiplican y se recuerdan de gran manera, y muchas de ellas fueron contadas por los propios protagonistas, demostrando que ese grupo humano quedó marcado a fuego no solo para la historia del club, sino además para sus propias historias personales. Por eso te invitamos a repasar las mejores historias de aquella época gloriosa del Millonario.

La mejor apuesta por los premios

Oscar Ruggeri contó de qué manera pudieron multiplicar las ganancias de los premios conseguidos por salir campeones de América. Ese grupo tenía tanta personalidad y confianza en sí mismo que se negaron a cobrar algún premio en las fases previas a cambio de triplicar ganancias en caso que levanten la copa. El presidente Hugo Santilli accedió, y después tuvo que hacerse cargo con gusto de todos esos pagos.

Los carapintadas vs. los pendejitos

 

 

Pedro Troglio y Ruggeri revivieron los famosos bandos dentro del plantel. Por un lado los experimentados liderados por el Cabezón, que castigaban a diestra y siniestra a los más jovenes, con Pedro y Claudio Caniggia entre otros. Había un poco de violencia física y las venganzas se armaban hasta con cuestiones escatológicas. No existía ningún tipo de límites, pero todo aquello potenciaba la unión del grupo.

Armados hasta la cabeza

Ruggeri reconoció en más de una oportunidad que un hombre visitaba las concentraciones del equipo y les vendía armas de todo tipo a varios de los jugadores. Y no solo practicaban tiro hacia las costas del Río de La Plata desde las ventanas de las habitaciones, sino que además las llevaban en los bolsos a cada uno de los partidos.

Bombitas de agua

Una noche se armó en la concentración una guerra interminable con las famosas bombuchas de agua, donde supuestamente hicieron enojar al Bambino Veira, que era el DT, a tal punto que se fue y los dejó solos. Y como al otro día golearon la guerra de bombitas se volvió una cábala que además iba aumentando en intensidad semana a semana.