El 23 de noviembre de 1979, River Plate empataba sin goles ante Unión de Santa Fe en un Monumental repleto y obtenía el Campeonato Nacional de ese año, quedándose de esa manera con el bicampeonato, ya que también esa temporada había ganado el Metropolitano.
Tras un 1978 sin título alguno para River, todo había cambiado en la primera parte de 1979 con la brillante obtención del Metropolitano con paliza incluida a Vélez en las finales. Sin tantas urgencias, el equipo dirigido por Ángel Labruna encaró el Nacional con tranquilidad, pero a la vez con el objetivo claro de ganarlo para obtener el bicampeonato, como cuatro años atrás, en el inolvidable 1975. El sorteo, dejó a los millonarios en la zona B, junto a Talleres de Córdoba, Huracán, Newell’s, Quilmes, Kimberley de Mar del Plata y Gimnasia y Tiro de Salta. Con algunos sobresaltos y con tres derrotas en su haber, finalmente River logró clasificar a los cuartos de final tras haber finalizado la zona en segundo puesto, dos unidades debajo de Talleres.
En cuartos, el rival que tocó fue nada menos que Vélez Sarsfield, ansioso por buscar venganza tras la final perdida cuatro meses antes. El partido de ida se jugó en el José Amalfitani y en duro encuentro triunfaron los fortineros por 1-0 con un tanto de Pedro Larraquy. La revancha en el Monumental fue igual de disputada y River recién logró doblegar a Vélez sobre el final con un gran remate de J.J. López que venció la resistencia de Julio Falcioni. Tras la igualdad y el final del tiempo reglamentario, hubo que decidir quién se clasificaba a las semifinales por medio de penales. Y River no falló, sostenido en la gran figura de Ubaldo Fillol. El Pato contuvo los remates de Escudero y Rotondi, mientras que para los millonarios convirtieron Passarella, De los Santos, Alonso y Pedro González, mientras que Ramón Díaz falló el suyo.
El rival en semifinales fue Rosario Central que poca resistencia ofreció a un arrollador River. Ya en el cotejo de ida en el Monumental, los de Labruna sentenciaron la clasificación con un contundente 4-0, logrado con goles de Juan Ramón Carrasco -2-, Passarella de penal y Ramón Díaz. Como yapa, Fillol le atajó un penal a Félix Orte. En Arroyito, el triunfo riverplatense también fue cómodo y holgado: 3-1, con tantos de Luque, Ramón Díaz y Saporiti (Orte para los canallas). La clasificación para la final estaba cómodamente conseguida.
Tras dejar en el camino a Atlético Tucumán, el oponente de River en los partidos decisivos fue Unión de Santa Fe, un duro rival que tenía entre sus titulares a un ex riverplatense, Héctor Pitarch y a uno que después iba a vivir muchas jornadas de gloria vestido de millonario, Nery Pumpido. El partido de ida se jugó en Santa Fe, y ambos rivales demostraron mucha cautela y temor. El encuentro parecía encaminado a un empate sin tantos, pero a los 33 minutos de la segunda parte, un tiro libre ejecutado por Mazzoni, rozó en la barrera y descolocó a Fillol para poner el uno a cero para los locales. River se sintió herido y fue a por el empate, el gol salvador que logró de la misma manera que contra Vélez en cuartos de final, al filo del tiempo reglamentario. Un centro de Pedro González, una buena jugada del Nene Commisso y un toque de Alonso a la red que además de la igualdad daba a River otro premio jugoso de cara a la revancha: el gol de visitante, que hacía que ante igualdad de puntos y goles, éstos tuvieran supremacía a los logrados en condición de local. De la misma manera que ahora se aplica en los torneos continentales y tal como se viene usando en Europa desde hace más de cuatro décadas.
El Monumental lucía abarrotado el 23 de diciembre, preparándose para la gran fiesta. River formó esa tarde con: Fillol; Saporiti, Lonardi, Passarella y Héctor López; Juan José López, Merlo y Alonso; Pedro González (Ramón Díaz), Luque y Commisso. Si bien el equipo de Labruna comenzó siendo protagonista, la ventaja no llegó, y con el correr de los minutos la impaciencia iba reinando en el estadio. No solamente eso, además Unión en la segunda parte, buscó la hazaña y fue claro dominador en varios pasajes, sumiendo a todos (público y jugadores) en un estado de angustia impresionante. La gran figura salvadora apareció cuando más se la necesitaba. Fillol, que de él se trata, se convirtió en un escollo insalvable para los Tatengues. El Pato tuvo dos atajadas impresionantes ante Ribeca y Sthelik sobre el final. Pasada la angustia, llegó el final. El cero a cero consagraba a River dueño del Nacional. Un nuevo título, un nuevo bicampeonato, coronado con una gran vuelta olímpica. River campeón, una vez más y como siempre.
Foto: El Gráfico



