Ser de River es una forma de vida. Resumirlo pura y exclusivamente a la grandeza interminable que han cosechado año tras año la gran mayoria de los equipos que defendieron nuestros colores sería un pecado, porque justamente uno de los aspectos que más nos diferencia del resto es el conjunto de factores que representan al espacio y el espíritu del club como una verdadera casa para todos los que formamos parte de esta pasión fuera de serie.

Si primeramente nos situamos en el fútbol, las razones para estar por encima del resto son elocuentes. Próceres de la talla de Ángel Labruna que marcaron lo más puro del ADN y el camino a seguir. Ídolos que marcaron la agenda en todas las épocas, desde el propio Angelito y Bernabé, pasando por Sívori y Amadeo, llegando al Beto, Enzo y Ariel, y culminando con Ponzio y Cavenaghi  Entrenadores que son íconos plenamente idolatrados como el propio Angelito, Ramon y el Muñeco, determinantes y ganadores desde el minuto cero.

Equipos que serán recordados para siempre, como la Máquina, el del Bambino, el de mediados de los 90 y los del ciclo Gallardo. Un semillero que fue el que más ha nutrido a la Selección Argentina a lo largo del tiempo. Una inmensa cantidad de títulos de todos los colores, siendo el más ganador a nivel local y habiendo conseguido la copa más importante que se recuerde. Y además el crecimiento maravilloso del femenino en los últimos años.

Y hasta inclusive la grandeza se demuestra en la manera de sobrevivir y reaccionar ante los peores momentos y situaciones. Cuando la desgracia deportiva nos llevó a remar en el barro, allí estuvimos preparados no sólo para sacar la cabeza a flote y para ser más incondicionales como nunca siendo hinchas, sino además para llevarnos el mundo por delante dentro de la cancha y menos de una década después haber conseguido la final más importante de la historia del fútbol en la cara del clásico rival y levantando tres veces el resultado, y con muchísimos otros títulos de gran valor logrados durante ese recorrido glorioso.

Pero el concepto River encierra millones de factores extraordinarios y valorables que no están ligados a la pelota de fútbol. Somos también un club plagado de actividades de todo tipo para unir a la familia y generar nuevas familias. Somos un lugar que educa a los más chicos y adolescentes con centros de enseñanza dentro de las instalaciones. Somos un cúmulo de filiales alrededor del país y del mundo que representan el espíritu y el amor por el club. Somos permanente fuente de acciones solidarias de todo tipo, para ayudar a los más necesitados sin importar el color de la camiseta que tengan. Somos una verdadera familia, sin importar las distancias.

River es cada uno de esos aspectos por sí solo, y también es cada uno de ellos fusionado y representado de pies a cabeza. Porque grande no se hace, grande se nace. Y 119 años son más que suficientes para dejar bien en claro que nuestra vara está muy por encima que la del resto.