¿Viste cuando estás armando un rompecabezas, y encastrás convencido 500 veces las mismas piezas creyendo que tienen que unirse, pero eso no pasa? ¿O cuando se traba la llave en la cerradura, y por más vueltas que le des no hay manera de sacarla de ahí hasta que llegue el cerrajero? ¿O cuando se raja una parte del parabrisas, y cada día que pasa vas notando que la raya se va haciendo más grande y no la podés frenar con nada?

Bueno, me pasa una mezcla de todo eso con el juego de River de un buen tiempo a esta parte. Siento que cierta parte de la idea y el sistema no terminan de unificarse con las funciones que cumplen algunos jugadores, y siempre se muestra algo que no termina de cerrar y de contagiarnos de optimismo. Lo veo a Enzo recibiendo muy retrasado y desaprovechado. A Nacho incómodo en la derecha y decidiendo mal 9 de cada 10 jugadas. Al Pity como único factor de desequilibrio, y muy falto de un socio en quién confiar y descansar en la zona de gestación. Al mediocampo cubriendo demasiado ancho en el retroceso. A la defensa cometiendo inocentadas que terminan costando siempre caras.

Todos los grandes equipos campeones de River que vi en mi vida tenían un 8 que jugaba de 8, y que pisaba el área mínimo tres veces por tiempo. Hoy quizás no hay uno típico en el plantel salvo Mayada, que es más corredor que pensador para esa función tan importante. Y entonces caemos en la improvisación de Nacho, y seguramente de Quintero que ocupará ese lugar como lo hizo D’Alessandro tantos partidos. También esos recordados equipos tenían laterales que llegaban por sorpresa y no recibían desde tan adelante subiendo al mismo tiempo. Hoy veo que Montiel y Saracchi generalmente cuando atacan no encuentran espacios libres, se acumulan y se chocan con el tráfico de volantes y delanteros porque casi siempre reciben estáticos ya plantados en campo contrario, en lugar de hacerlo corriendo en silencio desde el campo propio. Y aquellos recordados y gloriosos conjuntos además se preocupaban primero que nada por jugar, sin dejar influenciarse por factores externos dentro del partido. Hoy sin embargo acumulamos amarillas por muchas protestas, o por miles de situaciones de nerviosismo propias de la impotencia.

Y en todo ese cúmulo de factores es en donde me paro para sostener que la idea está funcionando poco y nada, alejada de lo ideal. Por supuesto que rescato la valentía y la audacia que siempre trata de representar el Muñeco haciéndole honor a nuestra historia, pero los resultados y el funcionamiento han demostrado que hoy existen más agujeros por tapar que virtudes por pulir. Que hace falta una nueva propuesta, o retocar mucho de la que hoy existe. El puesto 20, los 6 puntos conseguidos de los últimos 30, y la lejanía de los primeros 5 lugares que clasifican a la Libertadores 2019 encienden muchas alarmas, y no se puede menospreciar que además vamos a tener que afrontar los 42 puntos restantes con los 6 partidos del grupo de la copa en el medio, más la final de la Supercopa. Lo positivo del caso es que los cuatro refuerzos que han llegado tienen el plus necesario para darle un salto de calidad al equipo, y creo que el partido del sábado en el Monumental debiera ser el punto de partida para empezar a ajustar las tuercas, y encontrar de a poco el equilibrio deseado.

Dale, que Jony nos dio una gran noticia y se queda a pelearla como siempre. Dale, que nuestro otro gran emblema que es Leo también nos alegró la semana con su renovación por un año más. Dale, que ya volvió Morita con todo y eso es una inyección anímica enorme para el plantel. Dale, que los refuerzos ya se van agregando a las listas de concentrados y podemos empezar a soñar con un equipo de mejor vuelo futbolístico y variantes. Dale, que hay que meterse rápido en puestos de alguna copa para jugar más tranquilos la primera fase de la Libertadores. Dale, arranquemos a enderezar el rumbo este sábado a la noche. Dale, River, ponele pilas al despertador y que empiece a sonar de una vez por todas.

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