En un campo de césped sintético, River tuvo dificultades para controlar la pelota, que tomó una velocidad alta cada vez que impactó contra el suelo. El empate pica, molesta en el camino hacia la clasificación.
El terreno de ninguna manera era una excusa en los papeles. Si bien está claro que no incidió en el resultado, tampoco se puede omitir que realmente el desarrollo fue distinto con respecto a un terreno normal, por eso la mayoría optó por emplear botines de papi fútbol.
La pelota picó con una rapidez diferente a la que toma en el pasto, traicionando a los jugadores en más de una oportunidad. Como si tuviera un conejo, un sapo y toda la fauna junta. Además, lógicamente, se trasladó con otra velocidad. Por eso calcular los avances con balón dominado fue difícil.
Más allá de todas las complicaciones mencionadas, River se adaptó relativamente bien. Fue más incisivo que Juan Aurich. Pese a la supremacía, nada artificial, le costó elegir la opción adecuada en varios ataques y lo pagó caro con el 1-1 final.
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