El hincha de River exige en cada semestre que aparezca un delantero goleador que hace mucho escasea por Núñez. Primero se ilusionó con Abreu, quien pasó sin pena ni gloria por el club, y ahora la presión recae sobre los hombros de Fabbiani. Mientras tanto se mantiene Falcao, un punta que se esfuerza más de lo que convierte y por eso no termina de convencer.
Hay que remontarse al Clausura del 2002 para encontrar al último jugador de River en coronarse goleador de un torneo. Los 15 goles que convirtió Fernando Cavenaghi en ese campeonato ayudaron a que el equipo de Ramón Díaz se consagrara. Desde aquella fecha, una infinidad de delanteros desfilaron con la camiseta riverplatense pero ninguno logró igualar -al menos- la epopeya del “Torito”.
Una rutilante aparición de Falcao hizo creer que con él se terminaría con toda sequía de gol, pero ni bien debutó sufrió una lesión que no lo dejó aprovechar ese envión. Tras su recuperación, supo ganarse la titularidad indiscutida y con el tiempo llegó a convertir 44 goles con La Banda. Aunque jamás superó la suma de 7 tantos en un mismo torneo, por lo que el hincha millonario nunca se terminó de conformar con la capacidad goleadora del “Tigre”. Luego llegó el uruguayo Abreu, que venía a solucionar los problemas en el juego aéreo y a combatir la malaria goleadora con su experiencia a cuestas.
Sin embargo, el “Loco” lo único que demostró en Núñez fue su ambición por el dinero y se terminó yendo de la institución con un título que -por el nivel de sus actuaciones- le fue prácticamente ajeno. Entonces, hoy la responsabilidad recae hoy sobre el “Ogro” Fabbiani, quien nunca fue un delantero goleador, si no más bien un punta habilidoso, grandote y con participación de los circuitos de ataque. Características que aún no llegó a denotar desde el campo de juego debido a su peso y la falta de una pretemporada bien realizada.
De esa manera, durante este tiempo, el hincha de River se convenció que los delanteros que pasaron y todavía están en el club no supieron demostrar sus condiciones de goleadores. Tanto como que en el equipo de Núñez tampoco hubo -a excepción de Ariel Ortega- un jugador capaz de asistirlos y proveerlos de ese toque justo y preciso que les facilitara su tarea. El próximo torneo será el termómetro justo para comprobar cuánta hambre de gol tienen los delanteros, porque junto a la desfachatez de Ortega, el ingenio de Gallardo y (si no se va) el desequilibrio de Buonanotte, seguramente encontrarán la oportunidad de abrir un arco que desde hace años parece habérseles cerrado.
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