"Debería revisar los goles. Nos patearon cuatro tiros al arco y nos hicieron tres goles. A veces pasa eso: te llegan poco y te concretan. No sé si Poroto tuvo que ver con los goles. A los arqueros no les gusta recibir goles. Seguiremos trabajando con los arqueros que tenemos", atinó a responder Marcelo Gallardo cuando le consultaron por el partido de Germán Lux ante Tigre.

Lo cierto es que El Más Grande no puede 'jugar' con el destino de los torneos y copas que disputa por la incertidumbre y la inseguridad que se brinda desde el arco millonario. Franco Armani es vital, una muralla extraordinaria, es imposible tener dos Armani, o un Armani y un Barovero. Lo que se pretende es que no te conviertan cada vez que te patean.

Pero así River está rifando la fortaleza deportiva que tiene dentro del plantel en diferentes puestos y en su cabeza máxima, Marcelo Gallardo. Ya ha ocurrido. Retumba en nuestros recuerdos esa copa que perdimos insólitamente en semifinales ante Lanús (!). Cuesta no creer que era una de las Libertadores que más 'fácil' teníamos al alcance.

Primero el Millonario apostó por un arquero surgido en casa, Augusto Batalla. Las apuestas pueden salir mal, es entendible, y se intentó tapar el bache con un viejo conocido, Germán Lux. Sin grandes errores, Bologna tampoco logra brindar de antemano la tranquilidad que el hincha de River demanda. Y pasó lo que ya sabemos.

Llegó Franco Armani y las cosas se pusieron en su lugar. El vacío que había dejado Marcelo Barovero finalmente tenía su lugar bien ocupado. La historia también es conocida. Así llegó la Copa Libertadores más importante de la historia.

Hay que actuar ya. Lo hecho, hecho está, pero en el próximo mercado de pases hay que ir a buscar un arquero con las condiciones necesarias para reemplazar al indiscutido Armani. Alguien con los pergaminos que se pretenden para cargarse en la espalda el arco más grande del mundo, con las posibilidades reales de que no se puede traer un número '1', pero con la certeza de que hay arquero.