“En River interesa el lateral derecho paraguayo Jorge Moreira, de Libertad, y ya hicieron una oferta formal”, escuché un mediodía en una radio AM. Alcé la mirada unos segundos para apelar a alguna referencia. Lo había oído nombrar alguna que otra vez en el pasado, y estaba seguro que lo vi en algún partido contra nosotros o en algún zapping de noche copera, pero sinceramente no tenía noción si jugaba normalmente como Cafú en la década del 90, si era uno más del montón, o si tenía menos futuro que cualquiera que se pare de cuatro en tu equipo de amigos los fines de semana.
Nosotros, los amantes del fútbol, no podemos recordar una lista de 5 cosas en nuestros laburos o cuando vamos al supermercado, pero sí tenemos almacenado en algún lugar de la memoria no menos de 20 millones de jugadores de todas las épocas y lugares del mundo. Y cuando hay poca o nula referencia concreta de algún apellido que suena en el club de nuestros amores, lo primero que hacemos es agarrar la compu más cercana y abrir dos pestañas puntuales: la de Google y la de Youtube, para saber de qué se trata.
Me puse a investigar. Veo que tiene 26 años y le dicen “Clavito”. Una edad ideal y un apodo que ya te agrada de antemano. En el fondo ya me empezaba a caer bien. Viendo sus videos me enamoré de su juego, pero eso suele ocurrirme con todos los compactos que mandan a editar los representantes para poder venderlo por más plata en algún momento, así que me entusiasmé poco y nada. Miraba sus jugadas y era una aplanadora demencial. Que tocaba e iba a buscar, y no paraba de correr. Te aseguro que el mejor Dani Alves del Barcelona parecía una piltrafa a su lado.
Si bien no era medida de nada porque River es un mundo aparte, por lo menos descubrí que no íbamos a buscar a un patadura impresentable, como tantas otras veces. Y además me tranquilizó un poco que en nuestro programa radial de LPM tipos de renombre como Leo Astrada y Hernán Díaz, que lo conocían de su paso por Paraguay, hablaron maravillas de él.
Llegó para ponerse a las órdenes del Muñeco, a los pocos días ya lo hizo debutar, y en menos de un mes juega 5 partidos muy importantes. Vimos que agacha la cabeza, y recorre ida y vuelta infinitas veces toda esa franja derecha. Que levanta la frente y se anima a gambetear con mucho sentido y criterio cuando lo cree necesario. Que le gusta encarar en diagonal con pelota. Que si tiene que barrerse, lo hace sin tapujos. Que si debe cerrar atrás de Maidana, llega casi siempre. Que saca laterales con la fuerza de un campeón mundial de fisicoculturismo. Y que pone uno o dos centros de gol por partido. Delicioso y completo el menú que nos mostró el muchacho. Sobresaliente. Encantador.
Recién arranca su camino y no debemos enamorarnos prematuramente, porque muchas veces nos dimos la cabeza contra la pared. Pero hoy podemos confirmar con los ojos cerrados que Moreira ya demostró estar a la altura de la camiseta, y en muy poco tiempo dio ese primer gran paso de adaptación que miles de futbolistas que han vestido el manto sagrado no pudieron dar en todas sus vidas.
Amoldarse de la noche a la mañana a otro país, a otro fútbol, a otras costumbres, y a otro peso de la camiseta. Tener que reemplazar ni más ni menos que a un tipo como Gabriel Mercado, que está en el podio indiscutido de nuestros laterales históricos. Jugar con la misma seriedad, soltura y compromiso una primera fase de Copa Argentina y una final internacional. Todos desafíos que este petiso bravo paraguayo fue superando como si nada, con una naturalidad que asombra. Ojalá siga por este camino, y que su techo siga sin aparecer.
Por lo pronto, en estos días que lleva en River ya le alcanzó para pasar de ser casi un desconocido que era una apuesta total, a un tipo que es clave para el funcionamiento del equipo. Sin dudas ya se ganó el lugar en nuestra página cerebral y tecnológica de Favoritos, porque ahora cada vez que escuchamos su nombre nos saca una sonrisa, sin hacernos mirar pensantes al cielo.
Y de yapa, le podrá contar a sus futuros hijos y nietos que en muy pocas semanas en Argentina ya tiene en su currículum más copas internacionales que Daniel Osvaldo, aunque pensándolo bien eso no es tan difícil de conseguir.
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