El monstruo que hoy es Marcelo Gallardo en la historia de River nació como director técnico del otro lado del Rio de la Plata. Nacional de Uruguay fue el primer paso del Muñeco en el banco de suplentes y el ex director deportivo del club, Daniel Enríquez, relatócómo fue esa época de Marcelo.
A la hora de hablar de la figura del oriundo de Merlo,todos coinciden en una sola palabra: liderazgo.Gracias a su personalidad, el entrenador logra tocar las fibras más íntimas de sus dirigidos y sacarles el mayor rédito posible dentro de la cancha. El entrevistadorecordó, en charla con Infobae,los últimos pasos de Gallardo como futbolista y cómo lidiaba con sus constantes lesiones.
El día que Marcelo levantó el torneo uruguayo con Nacional.
“Marcelo, en estos seis meses vos tenés que prepararte para la pretemporada que viene, porque tenemos que salir campeones. Tenés que ser un ejemplo para los más jóvenes, que vean que te estás recuperando, que vean el profesional que sos. Ahora tenés doble laburo”, fueron las palabras que recibió el enganche por parte de Daniel Enríquezpara no bajar los brazos.
Luego, el dirigente recordó cómo fue su regreso a las canchas luego de sus lesiones:“Íbamos perdiendo y Marcelo estaba por primera vez en el banco. En el segundo tiempo, a falta de 20 ó 25 minutos, entró y el estadio se vino a bajo. Fue emocionante. La primera pelota que agarró la clavó en el ángulo. Después metió una pelota en profundidad y ganamos con esa jugada. De ahí en adelante seguimos ganando y el equipo fue campeón. En el vestuario lo veo y me dice ‘me acuerdo de las palabras que me dijiste’, y me abraza como diciendo ‘ésta me la cantaste hace 9 meses’. Lo llevamos para eso, como ejemplo, como referente. Sabíamos que en una pata podía hacer la diferencia”.
“Lo de River es algo increíble. Vos tenés que tener tus momentos buenos y los que no ligas nada; por más bueno que seas, el fútbol es así.Tiene las condiciones, pero es increíble todo lo que ganó, mas teniendo en cuenta lo joven que es como entrenador.El loco es ganador”, concluyó Daniel.
