Valores, principios, gestos, maneras de hablar, son rasgos que uno puede adoptar de su padre casi sin darse cuenta. Compartir el amor por un club, es sin duda una de las mejores cosas que le puede pasar a uno. Vivir, festejar, sufrir por River, es único. ¡Felíz día, viejo!
Cada vez que un bebé nace en argentina comienzan las disputas familiares por ver de qué equipo será el nuevo integrante. El tío le regala una camiseta, un amigo osado se inclina por unos escarpines del club de sus amores y el cerebro del pequeño comienza a sufrir presiones y desconcierto para elegir su pasión.
“El amor por River lo heredé de mi viejo”, es una frase que más de uno puede usar. El abrazo de gol más sentido, más fuerte, ese que al sólo recordarlo te pone la piel de gallina, es el que te das con tu papá. En el Monumental, en tu casa o donde sea. Ese abrazo cargado de fervor, de amor. Amor por El Más Grande y por el que te hizo vestir los colores más lindos del mundo. Tu viejo.
Y así es como “la herencia” va pasando. Y como tu papá te llevaba a la cancha, un día te das cuenta que sos vos el que está llevando a tu hijo. Y el linaje sigue, porque esa pasión no muere nunca, ese amor es inmortal. Y siempre que lo pienses, va a ser gracias a él. El de los mil abrazos iguales y distintos al mismo tiempo. Tu viejo. Hoy es su día. Tenés millones de motivos para agradecerle, y recordá que la Banda que te cruza el pecho, te la puso él. ¡Felíz día pá!
+ ¡Feliz día viejo!
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