Zurda debilidad. Fue tal la vorágine en la cual los hinchas de River nos hemos sumergido en el último tiempo, que poco a poco algunos superhéroes hasta nos parecen algo lejanos, como si formasen parte de un álbum de figuritas que algún día tendremos tiempo de espiar. De revivir.  Uno de esos sin dudas es un tal "Piscu", artífice de uno de los goles más gritados por los siglos de los siglos.

 

Leonardo Pisculichi, quien tuvo la casualidad -o destino- de nacer el mismo día que Marcelo Gallardo, fue también aquel pibe al que una madre acostumbró a tener cuidado a la hora de pelotear: "Me acuerdo que pasaba con mis hermanos en los barrios pateando. 'No le pegués acá que cortás los cables, no rompas esa planta', eso desde chico te va ayudando". Responde con la misma simpleza con la que la descolgaba de un ángulo.  

- ¿Por qué llegás a River?

- Mi primer roce con River había sido con Leonardo Astrada como entrenador. Después me llamó Ramón Díaz, pero justo se fue del clubm vivíamos en el mismo barrio y me cruzó caminando, bajó la ventanilla y me dijo que me quería. Después se fue y me llamó Marcelo Gallardo. Conté con la suerte de tener una charla con él y finalmente sí logré llegar al club.

- ¿Te acordás de esos días con ese grupo tan ganador?

- El grupo era bárbaro, nos llevábamos muy bien todos. Me sumé a la habitación de Fernando Cavenaghi y Matías Kranevitter, nos llevábamos muy bien, lo volvíamos loco al 'Colo' por ser el más chico. Lo mandábamos a robar helados. 

El actual jugador de Argentinos Juniors se emociona al recordar su paso por Núñez. Su sonrisa evidencia que aquellos días fueron una marca imporante dentro de su historia, como profesional y como persona. Lleva con él la picardía y la inconsciencia de saberse protagonista principal de una de las noches que cambiarían para siempre la historia de River.

“Mi representante es hincha de 'la contra', pero cuando llegó el partido de la Sudamericana me decía que más allá de los colores quería que esa noche me fuera bien, que se cumplieran todas mis ilusiones. Quedó una anécdota increíble. Me dijo: 'Vas a hacer un gol, pero después de que hagas ese gol te van a sacar, la gente te va a aplaudir y se va a dar vuelta el resultado'. Salí, la gente me aplaudía en el Monumental y yo iba pensando si no se iría a cumplir su deseo. Desde el banco yo seguía rezando, por suerte se nos dio a nosotros. Porque lo merecimos y porque fuimos superiores al rival”. 

 

- ¿Aquel abrazo a Marcelo Gallardo lo tenías pensado o surgió en ese momento?

- Lo tenía pensado porque fue una semana en la que él sufrió mucho y nosotros lo sentimos. A pesar de todo lo que le tocó pasar nunca se perdió un entrenamiento: fue un gesto muy grande de su parte. Nosotros intentamos devolverle un poco de tranquilidad y cariño por lo que él había sufrido. Hice el gol y no dudé en ir a abrazarlo. Creo que cualquiera de mis compañeros hubiera actuado de la misma manera.

- ¿Qué recordás de Gallardo como entrenador?

- Lo que le destaco a Gallardo, siendo tan joven, es esa capacidad de saber explicar lo que quiere de vos adentro de una cancha. Su gran virtud es el transmitir el mensaje, tenía una forma de hablarte que te llegaba. Después se daban las situaciones que el preveía, te decía 'vos te parás acá y vas a encontrar el lugar' y se daba así. Eso era un don que tenía él, que desde el mando y la voz, te llegaba. Por eso para mí, más allá de su personalidad y su conocimiento, lo que le destaco es la forma de hablarte y llegarte como futbolista. No lo tienen muchos.

- ¿Se practica o es un don la buena pegada?

- Siempre que me preguntaban rescataba como característica que le pegaba bien a la pelota, después es práctica. Lo fui analizando con el tiempo, hay que tener precisión, porque le podés pegar bien, pero es entrenamiento. Me acuerdo que pasaba con mis hermanos en los barrios pateando. 'No le pegués acá que cortás los cables, no rompas esa planta', eso desde chico te va ayudando.

 

- ¿Trabajar de futbolista profesional es tan fácil como se cree?

- Sin dudas que el fútbol tiene unos altibajos terribles. Por más que algunos digan que no, son muchos más los momentos de infelicidad que de felicidad, hablo en mi caso. Pero es algo que nos gusta transitarlo, eso de vivir tantas emociones juntas. No es tan fácil como se lo ve desde afuera porque pasás por momentos duros, te perdés muchas cosas por el fútbol. A veces no es solo ganar títulos: yo me quedo con las personas más que con cualquier otra cosa.