El ex entrenador de la Reserva de River, que desde hace pocos días dirige a Atlanta, habló con La Página Millonaria y se mostró dolido por la situación que atraviesa el club de sus amores: “Por suerte me echaron, habría sufrido mucho si me hubiese quedado. No sé si hubiese permitido que las cosas terminen así, no me la hubiera bancado”. Además, confesó sus broncas, defendió aquel fútbol bien jugado que desplegó con su Vitroleta y destacó los valores que aprendió en la escuela riverplatense de los 70.
Tiene la voz gastada. Jorge Ghiso habla con los últimos retazos de sonido que emiten sus cuerdas vocales. Parece angustiado por enfrentar al Millo en esta situación. Más allá de la rispidez en su voz, que luego dirá que es producto de que tuvo que dirigir desde la tribuna el segundo tiempo del último partido, suena en paz. Será una mezcla de todos esos sentimientos, que efectivamente lo atraviesan, lo que lo mantienen en un tono nostálgico. Pero lo importante no es cómo lo dice, sino lo qué dice.
– Primera vez que va a enfrentar a River. ¿Se lo imaginó alguna vez?
– Me preparé para ser entrenador y como tal tengo que dirigir, defender mi trabajo. No te voy a mentir, mañana quiero ganarle a River, pero eso no va a cambiar mi sentimiento por esos colores.
– Se habla mucho del planteo que utilizan los rivales para neutralizar al equipo de Almeyda. ¿Usted cree que hay que salir a defenderse?
– No, si querés lograr resultados tenés que generar situaciones de gol, sin gol no ganás. Entonces, hay que jugar con ese objetivo. Pero obviamente que uno tiene que tomar sus recaudos. Ojo, creo que la única y mejor forma de defenderse es teniendo la pelota. Entonces tenemos que tratar de jugar más, no tirar pelotazos, jugar al pie, a dos toques, triangular… En definitiva, hacer el juego que le gusta a todos y que, para mí, es el que tiene que hacerse.
– ¿Jugar en la cancha de San Lorenzo, la más grande del país, es una complicación?
– La cancha ayuda al que juega bien. Lo que tenés que hacer es cerrar los espacios, ser un equipo corto a lo ancho y a lo largo, y adueñarte de la pelota. Dependemos de la inteligencia y de la categoría de los jugadores, aunque sabemos que estamos enfrentando a un equipo de Primera. Para nosotros es el partido más importante de la temporada. Es un encuentro en el que los jugadores se pueden mostrar, juegan con un grande y lo televisan. Eso no nos tiene que jugar en contra.
– En su momento dijo que le tenía más fe a Domínguez que a Cavenaghi en el regreso al club, ¿lo sostiene?
– Yo dije que el Chori tiene más hambre… Pero no de gloria, eso lo tienen por igual, sino en referencia a lo que pasaron ambos jugadores. Alejandro se curtió en el Ascenso y tiene más chapa para eso, la tuvo que pelear a donde fue (por ejemplo, Rusia). En cambio, Fernando siempre jugó en River y en los grandes de Europa. Ojo, es una bestia del área. Si vos ponés a otro delantero de la categoría y le das cinco pelotas, te mete dos. Cavenaghi como mínimo te mete cuatro. El tema es cómo lo abastecen. Cuando le llegue más la pelota se va a cansar de meterla.
– Usted lo dice, River es un equipo de otra categoría. ¿Qué hace ahí?
– No sé, cuando me fui en 2006 ni me imaginaba algo así. Las cosas estaban muy bien hasta el 2005, o mismo parte de 2006… Cobrabas el primero de mes, al día siempre. River era un relojito para cobrar y para trabajar.
– ¿Y qué pasó en el medio?
– No quiero ni pensar. No voy a llegar a la solución. Voy a tener que pensar mal y no me gusta. La Justicia tendrá que resolverlo, los nuevos dirigentes también deberán buscar la verdad del por qué se llegó a esto. Yo me debo abocar a preparar equipos de fútbol nomás.
– ¿Es casualidad que usted se haya ido en la época que más jugadores compró River?
– Me tocó irme en el 2006 y creo que me iluminaron. Por suerte me echaron, hubiese sufrido mucho si me tocaba vivirlo desde adentro, si me hubiese quedado. Sinceramente, no sé si hubiera permitido que las cosas terminen así.
– Entonces, uno debe pensar que River desanduvo el camino que había hecho.
– Yo viví el mejor momento. Teníamos jugadores como para diez años de fútbol, porque si vos vendías a cinco nomás de todos los que tuve, tenés para tirar diez años. Mirá, solo algunos nombres: Mascherano, Falcao, D’Alessandro, es terrible… Carrizo, el Malevo Ferreyra, Toranzo, Mareque… Lo que siempre digo es que si vos vendés ballenitas y te hacés millonario, no podés vender chupetines, tenés que vender ballenitas. Y por un tiempo largo desde River pusieron los ojos en los chupetines.
– Hoy están Ocampos, Cirigliano y Chichizola, por nombrar solo algunos de los que siguen y omitiendo los que se fueron. ¿Es un acierto?
– Sí, River tiene que volver a sus fuentes y esas fuentes lo van a depositar en la Primera de nuevo. Pero más importante que eso es que va a volver a ser el grande que siempre fue, tal como indica su historia. Eso no se va a olvidar nunca. Los que vieron a ese River, lo quieren volver a vivir y yo creo que es posible.
Por un momento, parece que Vitrola está de regreso, que nunca se fue. Por otros, se lamenta su partida. El se encarga de devolver el cumplido -que más que eso es una realidad-: “¿Volver al club? Y… vivo cerca -dice y se ríe-. Hoy me debo a Atlanta, pero uno sabe que las puertas de su casa están abiertas y que en algún momento va a volver”, concluye y deja en el aire, flotando, su tono pacífico y esperanzador.
