El técnico del campeón de América admitió que se emociona fácilmente al ver el cariño del hincha hacia él y contó cómo vive el desafío de ser entrenador. ¿Miedo a Barcelona? “No, sólo entusiasmo”, avisó.

Marcelo Gallardo representa a la perfección el ADN riverplatense. El Muñeco, muy querido como jugador, se consagró definitivamente como ídolo del club al hacer historia en su etapa de entrenador, en la que generó un idilio con el hincha que lo emociona.

“A mí me conmueve la gente. Observás la locura que hay, lo que hacen muchos para obtener una entrada. Cómo se sufre y cómo se vive con esa intensidad en momentos como la final de la Libertadores. Esa noche fue especial porque no hacía un año que se fue mi vieja. Ella siempre se sentaba ahí, en la platea (señala con el dedo), en la Belgrano. Hasta que pudo caminar venía siempre a la Belgrano. Entonces, ante un triunfo como fue la Libertadores, era muy difícil que no se me viniera mi madre a la memoria”, reconoció.

En una charla muy íntima con la revista Viva, el Muñeco recordó cómo fueron los primeros pasos en el club: “Empecé a cumplir con horarios muy exigentes en el club. A los 12 años ya estaba en River y me costaba mucho más levantarme a las seis de la mañana, ir al colegio, comer muy apurado al mediodía, tomarme un colectivo y un tren para llegar al club, entrenar por la tarde y llegar a casa a las nueve de la noche. Era bastante sacrificado”.

Ya como técnico, Gallardo no oculta el carácter que, muchas veces, lo hace entrar en polémicas. “Soy pasional, soy sanguíneo, reacciono frente a ciertascosas que me van pasando. Igual, con el tiempo pude manejar algunas de esas frustraciones que muchas veces aparecen cuando hay algo que no se está haciendo bien. Injusticias, por ejemplo. Pero empecé a ser un poquito más cuidadoso con la forma de expresarme. Antes era peor, reaccionaba demasiado y en algunos momentos la pasé mal”, aceptó.

Eso sí, algunas cosas cambiaron desde que era futbolista: “Me pasa todo lo contrario a lo que me pasaba como jugador. Después de los partidos no podía dormir. Y hoy como entrenador duermo perfecto. Caigo como un campeón después de los partidos. No me hago demasiadas preguntas, me relajo. Igual soy de dormir poco, entre cinco y siete horas”.

¿Cómo absorbe la presión que genera ser una personalidad del Millonario? “Yo no creo mucho en eso. Porque así como la fama aparece, desaparece, y quedás medio descolocado. Yo he tenido mis períodos de gran exposición, eso que genera estar en un club como River ya sea como jugador, o ahora en esta nueva etapa como entrenador. Siempre el nivel de exposición es muy grande. Entonces trato de convivir de manera natural. Mis hábitos no cambiaron. Trato de hacer las cosas que me gustan hacer sin encerrarme creyendo que los demás me invaden. Trato de tomar algunos recaudos para pasarla bien, nada más”, explicó.

“Es un deseo y un desafío”, respondió el Muñe al ser consultado por la chance de ganar el Mundial de Clubes. Claro, para ello deberá vencer a Barcelona, un equipo que está lejos de asustarlo. “No, sólo me genera entusiasmo”, advirtió.

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