Dicen que el enganche en el fútbol moderno está perdido, pero River lo rescató. Gallardo técnico encontró a un Gallardo jugador, y la salida del Pity no solamente le hizo vestir la 10, a Juanfer sino además que lo hizo adueñarse definitivamente del manejo de los tiempos del equipo.
Y un 14 de febrero en Rosario nos hizo disfrutar de un verdadero día de los enamorados a todos los hinchas de River, y nos está regalando un inicio de 2019 encantador. Un freno para dejar una cintura quebrada de un rival. Un taco en el aire. Un enganche para acá, y otro para allá. Un pase que nadie ve filtrado a un espacio milimétrico.
Y esas dos caricias combadas a los ángulos en tan sólo cuatro días nos inflaron de orgullo por tenerlo. Por saber que esa zurda cotiza en oro, y que quizás estamos en presencia del mejor pateador que hemos visto con la banda roja en todo el siglo 21. Es cierto que aquella obra de arte en Madrid que chocó con el travesaño e infló la red de Andrada será única e irrepetible, pero los goles ante Racing y Central dejaron en evidencia toda la clase y la precisión de un tipo elegido del cielo.
Hasta la FIFA no se cansa de destacar sus goles en las redes sociales, y es por eso que retenerlo en junio en River pareciera una gloria tan grande como ganar la quinta Libertadores. Con este nivel, y con la copa América por delante, el valor y el interés de toda Europa lamentablemente puede subir hasta niveles insospechados. Parece imposible soñar con tenerlo un tiempo más, pero nunca hay que dejar de creer en los encantos seductores de Gallardo.
Que siga saliendo el sol de su sonrisa y su pegada celestial. Que siga brillando ese caminar cancino de un colombiano retacón que viste la 10 en la espalda de una manera encantadora. Disfrutémoslo cada día y cada partido. Melos. Bien melos.