Todos los 28/9 son especiales para el pueblo riverplatense. De hermosos recuerdos, de grandes celebraciones, y de piel de gallina en su máxima expresión. Pero el de hoy es sumamente distintivo. Porque se cumplen ni más ni menos que 100 años del día en el que nació Ángel Labruna, el ícono máximo de nuestra historia. El gen absoluto de pies a cabeza.

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El Feo nació el 28 de septiembre de 1918. En aquellos tiempos vivía en avenida Las Heras 2871, cerca del viejo estadio de Alvear y Tagle. A los 10 años su padre Ángel lo hizo socio de River y allí comenzó a practicar básquet, mientras jugaba al fútbol en divisiones inferiores. Debutó con el manto sagrado el 18 de junio de 1939, frente a Estudiantes en La Plata.

Labruna consiguió 22 títulos en su carrera, 16 como futbolista y 6 como entrenador. Marcó 293 goles y comparte el privilegio de ser el que más goles anotó en la historia de nuestro fútbol, junto con Arsenio Erico. “Las hinchadas rivales nunca me perdonaron los goles que les hice, y ahora como técnico no aguantan los campeonatos que gané con River”, afirmó alguna vez, demostrando toda su personalidad y carácter. Y junto a Muñoz, Moreno, Pedernera y Lousteau formaron “La Máquina”, que fue una de las delanteras más recordadas del fútbol a nivel mundial.

Además es el máximo artillero de los Superclásicos, con 16 tantos oficiales. Y otro de sus grandes atributos fue justamente humillar a los de enfrente dentro y también fuera de la cancha. “¿Cómo no lo voy a querer a Boca si me dio de comer toda la vida?”, se preguntó en una ocasión. Y asimismo fue el gran refutador del mote que ellos se atribuyen de “la mitad más uno”, asegurando que nosotros somos “el país menos algunos”. Un adelantado en todos los sentidos a la hora de chicanear en los micrófonos.

¿Qué mejor día para celebrar nuestra condición de hinchas? Ninguno. Desde el año 2003 se instauró oficialmente como fiesta riverplatense, en conmemoración al nacimiento del ícono máximo. Para que recordemos la vuelta olímpica que nos marcó para siempre. Aquel gol inolvidable. Ese llanto que nos partió en mil pedazos. El insomnio interminable previo a un partido decisivo. Los malabares para escaparnos antes del laburo o para resolver un parcial en tiempo récord. El motivo por el cuál podemos olvidarnos por un rato de los quilombos, o sentir con menos intensidad los dolores. El placer de caminar con el pecho inflado de orgullo portando el escudo. La planificación de nuestras vidas en base a un fixture. Esa canción que no paramos de tararear o silbar en plana. El estado de ánimo totalmente sujeto a un resultado. La promesa alocada que alguna vez cumplimos. La gastada con el vecino. La necesidad de saber cada noticia vinculada desde que te levantás hasta que te acostás. Y tantas cosas más que solamente nosotros podemos comprender. ¡Feliz día gente de River!

Y felices 100 para vos, Angelito del alma. Donde quiera que estés siempre vas a caminar a nuestro lado. Gracias por todo lo que hiciste por River, y sabemos que cada homenaje o recuerdo que te hagamos quedará siempre diminuto en comparación a la gloria y la enseñanza que le aportaste a los colores. Sos nuestro emblema inmortal.

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