Pocas veces un jugador logró meterse tan adentro de los hinchas de River con un puñado de meses dentro del club. Y será que después de la partida de Trapito Barovero nunca pudimos llenar ese vacío tan grande que él nos dejó. Puede ser que tantas veces te buscamos, y tantas el destino no nos encontró, que tu llegada fue más celebrada de lo que habitualmente se festeja el fichaje de un arquero.

Particularmente te conocía desde hace tiempo. Nací, crecí y sigo viviendo en Merlo. Ahí jugaste para el Deportivo, el equipo de mi barrio, Parque San Martín. Y la rompiste. Claro que los prejuicios, muchas veces (siempre), son injustos y no alcanzaron las terribles atajadas con las que dejaste Argentina para irte a Atlético Nacional.

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Y ya en Colombia, el haber atajado en una liga que no se ve mucho en nuestro país (vos mismo lo reconociste) no te permitió llegar a la Selección Argentina ni aún habiendo ganado una Copa Libertadores en la que tuviste atajadas como éstas:

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Sin embargo yo te seguía, sabía quién eras y cuando volvió a sonar tu nombre me enceguecí fiel a las convicciones que me otorgaban conocer tus habilidades, tu hidalguía y tu poder para achicar esos más de siete metros de largo que tienen las vallas. Si hasta lograste que el arco Más Grande del mundo parezca un poco más chico para todos los rivales.

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Y esta realidad que vivís, y que vivimos junto a vos, desde comienzos de 2018 hace que el mundo vea gracias a la vidriera imponente que es River todo lo que valés. Tuviste muchos obstáculos en tu camino, pero nunca te resignaste ni aún cuando las puertas no se abrían.

Hoy, martes 16 de octubre, celebrás 32 años de una vida llena de objetivos cumplidos, de atajadas fenomenales. Pero principalmente celebramos que este es el primer cumple en el que estás junto a nosotros. Y claro, Chili, tenemos para vos un gran abrazo, Franco, el abrazo de todo River. Dejá que te llegue al alma, es inatajable.