Llegamos hasta aquí sabiendo que hay un River cara A y otro cara B. Que el primero es una consecuencia del segundo, pero que este cara A, que ayer se jugaba en La Plata la posibilidad de mantener la punta sin depender del resultado de Vélez vs San Lorenzo. Era hora que empezara a desplegar sus alas y modestamente se permitiera soñar con algo más que la épica del puntito. Pero no, volvió a ser este River San Paciencia que se ajusta al libreto conocido, que es el que más cómodo le queda o más le gusta: antes que modesto protagonista, modesto partenaire.
Parece que no le interesa apurar la marcha, sabe que es una carrera de regularidad y ni siquiera se inquieta pensando que puede pinchar una goma. Porque ayer a San Paciencia lo salvó San Carrizo, con la mejor atajada de la fecha.
Es un hilo muy delgado por donde camina JJ, y como aquellas puertitas famosas del Señor López, prefiere su cara B. Hombre discreto, más que ambicioso. Es así. Tómelo o déjelo. Todo está abierto. Sigue igual, o más o menos igual. Pero voy a serle fiel…
Mis sentidos percibían que anoche en La Plata esas cerraduras se podían abrir y oxigenar los ambientes de cara al futuro. De hecho, ya estamos doblando el codo y se va acercando la recta final. Muchos nos preparamos para ir al Estadio Unico de La Plata como lo hace el hincha de River, a lo grande, a copar. A dar el golpe que nos deposite en la punta, sin depender del resto, pero la película fue “Plata quemada”.
Tenía ganas de verle la cara A a este River. Iba cargado con el chip del equipo que repite formación, que viene en racha. Con un rival que en los papeles estaba asustado hasta por la cancha, con sus banderas dadas vuelta. Sin embargo, el inconsciente me traicionó. Mucho beso, mucho abrazo con Don Angel… Está bien, es buen tipo. Demasiado bueno. Engrandeció con sus declaraciones a un River que anoche fue una sombra, para justificar su misma mediocridad. Doble línea de cuatro para el Lobo. A ambos lo vencieron la “táctica y la estrategia”, ésa que Don Angel tantas veces cuestionó. A la pobreza técnica y a los miedos escuché llamarlos inteligencia. Un sofisma.
Ninguno quemó los libros, no hubo rebeldía. Quedó en la fantasía parvularia de mi imaginación el duelo lírico-pragmático de Cappa y Jota Jota, como un revival de Mourinho-Guardiola que nunca ocurrió. No hubo fuego sagrado, no vi gambetas, firuletes ni paredes. Todo fue muy parecido al catch, por lo trabado y desmañado. Encima, sobre esa peluca entretejida de rectángulos de césped atados con alambre, fue imposible que hubiera arte.
Pum para arriba entre las dos defensas. Lamela no encontró nunca el partido y el Enano se cayó anímicamente después de ese gol que se le fue por centímetros, en los primeros minutos. Por el lado del Tripero, solo Neira. Ni siquiera el “pícaro” de Guillermo pudo armar su comedia.
Acostumbrado a soltar asociaciones libres, omití los nervios de acero de JJ. Tuve sueños de futbol y olvidé que para el técnico de River antes que el principio de placer está el principio de realidad.
Es que hay una pulsión, un deseo que nos desborda de querer ir para adelante, a lo Almeyda. A presionar, a buscar el partido, el torneo, pero no pasa. Nos olvidamos que este River es lo más parecido al “Dear Prudence” de Los Beatles.
La verdad, aburrido como bailar con la hermana. Un huevo duro sin sal. Y yo que aposté a comer un mondongo con rico vino tinto, ligué futbol pochoclo y un vaso de agua. Algo para entretenerme, ya que estaba más divertida la tribuna que el partido, la butaca que la película.
¡Disculpen la impaciencia! A veces me supera la ansiedad y se me pianta la santa paciencia. Vamos River que mañana se me pasa. ¡River, River, River corazón, esta es tu hinchada que te quiere ver campeón!
