Tanto el fútbol como en la vida, el protagonista puede tomar un golpe duro como el desenlace trágico o como una oportunidad para reinventarse, levantarse y salir más fortalecido que nunca. De River depende optar por el camino indicado.
Yo no creo mucho en eso de que está todo escrito y nada se puede modificar. Lo lamento, pero para mí, uno es dueño de su propio destino. Y esto aplica para todos los aspectos de la vida.
Los golpes son todavía más dolorosos cuando viste el objetivo tan cerca, tan palpable, tan posible. Pero que un tropezón se transforme en caída depende exclusivamente de la fortaleza anímica del protagonista.
En el fútbol, River llegó a un momento clave del semestre, un “elige tu propia aventura”, como esos libros donde podías ir a una página o a otra y después te dabas cuenta si habías acertado. Si le errabas, te querías morir. O quizás volvías para atrás, algo que “valía” porque eras pibe, pero que ahora sería imposible.
River perdió de una manera insólita la chance de jugar la final de la Copa Libertadores -más allá del robo del VAR, le metieron cuatro goles en veinte minutos-, por lo que el Superclásico, cinco días más tarde, era la opción ideal para salir adelante.
Pero el Millonario optó por la depresión, la caída anímica, el “ya no importa nada, yo quería la Copa”. Sí, ya no importa nada hasta que perdés. En el momento que se consumó el 1-2 contra el rival de toda la vida, ese “ya no me importa” se esfumó. Y el dolor ahora es aún más grande.
Por eso, antes de que los oportunistas digan que ya no importa el partido contra Deportivo Morón, recuerden ese sentimiento. La semifinal de Copa Argentina no importa hasta que se pierde. Si River pierde con Morón, ahí sí va a redondear un año sin títulos. A mí no me digan que no importa, yo quiero ganarles a ellos y a quien nos toque, si pasamos, en la final.
River, elige tu propia aventura. Se puede optar por el camino del pesimismo y la resignación para cerrar un año que pudo ser histórico. O la balanza puede inclinarse para ir por ese poquito de gloria que aún es alcanzable, para dar otra vuelta olímpica. Cada uno sabrá qué camino tomar.
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