Hoy quizás sea el lunes más lunes de todos. Ese lunes donde es imposible levantarse de la cama, donde todo lo hacés a media máquina. Ese lunes que te la pasas deseando que sea martes, o miércoles, o lo que sea menos lunes. Este lunes que todavía está muy pegado al domingo, que todavía tiene en el aire la angustia y la bronca de ayer y que seguramente lo tenga hasta llegar la noche también.

A mí este lunes me agarró sin guardia y con unos grados de fiebre, a algunos con negación y a otros muy verborrágicos. Como sea, este nuevo comienzo de semana nos puso de frente con la realidad y ese fue el golpe más duro de todos. Pero el golpe venía desde antes claro, el martes pasado caímos en una tristeza que hacía rato no frecuentábamos y el partido de ayer terminó por dejarnos a todos con un vacío difícil de explicar. Como le dije a un amigo ‘estoy en el podio del dolor’.

Ayer a eso de las tres de la tarde estaba estampando mi camiseta, ‘¿Qué le querés poner?’, me dijo la chica que atendía. ‘Ponzio’. Leonardo Ponzio, el capitán.

No me puedo imaginar bien cómo se sentirá él si nosotros estamos como estamos. Qué pensará él que lo vive desde adentro, que es parte y pieza de este equipo que supo rebalsar de alegría y hoy se encuentra en un momento odioso.

¿De dónde saca fuerzas Leo Ponzio para siempre jugar hasta el último minuto dejando todo?, para ser el que por un rato nos devuelve el aire con un golazo, para poner siempre la cara y enfrentarse al árbitro, para ser uno de los jugadores más grandes del plantel y seguir jugando con la misma pasión y la misma energía, para no bajar nunca los brazos, para hacerse respetar por sus pares y rivales.

No hay partido importante en el que Ponzio desaparezca, o juegue mal, o esté en baja. No hay nervios que lo paralicen, por el contrario, se envalentona, nada lo echa para atrás. Es imprescindible, fundamental y por sobre todo es incondicional. Con Leo en el campo de juego siempre hay una esperanza más, una chance más, un plus.

Es el que motiva a los más chicos y a la vez enseña a través de su experiencia; el que defiende los colores y el equipo; el que no se cansa nunca, el que va al frente, encabeza y dirige al grupo. Todo esto lo convierte en un verdadero capitán.

Es uno de los que más se merece estar en el lugar que está vistiendo la camiseta de River, por la perseverancia, por el carácter y más que nada por el amor a la camiseta. Porque la siente, porque la defiende, porque sufre en las derrotas, porque se le nota. Tiene treinta y cinco años y juega y mete más que algunos pibes (sí, estoy un poquito enojada, sabrán disculpar). Vino a jugar en el peor momento del club, y sigue demostrando hasta la actualidad la misma pasión y fortaleza. Dame a Ponzio siempre.

¿Qué se le puede decir a Leo más que gracias? Gracias por jugar con el alma cada partido, por ser jugador y sentir como hincha, por la valentía, por hacer adentro de la cancha lo que en nuestra cabeza haríamos nosotros, por representar los colores con orgullo y grandeza. Gracias por la hombría y la entereza en las victorias y mucho más en las derrotas. Gracias por el coraje, por no bajar la cabeza nunca, por ser un león. Gracias por poner siempre el corazón. En las buenas y en las malas, el amor sigue intacto.

En lo personal, Leo, yo te diría que en las derrotas me gustaría ser como vos.

+ PUNTAJES: Jugador x Jugador.

+ VALÍA: El gol mal anulado a Scocco.

+ FOTOS: Las imágenes del encuentro.

+ GOLES: El grito de Ponzio no alcanzó.

+ TABLA: Se achican las chances.