River es un mundo aparte, un club en el que muy pocos logran dejar una huella importante en la historia, teniendo en cuenta que hay ídolos de la talla de Ángel Labruna, NorbertoAlonso, Ramón Díaz,EnzoFrancescoli, Ariel Ortega, Fernando Cavenaghi y MarceloGallardo, entre otros.Pero también existen casos de jugadores que vistieron el manto sagrado y que sus pasos fueron ‘olvidados’, por expresarlo de alguna manera. ¿Por ejemplo? Diego Armando Barrado, jugador surgido de las Inferiores del Más Grande y con un gol clave para darle al Millonario el Clausura 2003.
Barrado, que nació el27 de febrero de 1981 en Bragado (Provincia de Buenos Aires), tenía buen pie, era ofensivo, carecía de marca yse caracterizaba más por asistir que por definir.En Núñez salió campeón en tresoportunidades: Clausura 2002, Clausura 2003 yClausura 2004.“Yo nunca me creí la película del jugador de River. Yo jugaba el domingo y el lunes estaba acá en el campo con mi viejo”, explicó Diego en charla con River Monumental.
Además, explicó que hoy en día ayuda en una productora de miel.“Cuando me retiré estuve un par de días de vacaciones en mi casa hasta que decidí trabajar. Un amigo me ofreció trabajo en su exportadora de miel y me gusta”, relató. Y reveló quién es su mejor cliente:“El que más me manguea miel es Máximo (padre de Marcelo Gallardo). No se la cobro. Estuve yendo a jugar a senior y le llevaba siempre”.
Barrado anotó el segundo tanto del Millonario frente a Olimpo para salir campeón del Clausura 2003 y se acuerda el momento perfectamente.“Recuerdo todo de aquel día del partido en Bahía Blanca. Del día anterior en el viaje y el día de partido. Yo hice los calculos y pensé que quedaba afuera del banco. Después fue todo hermoso. Entrar y hacer un gol”, explicó Diego.Y contó un poco del momento de su momento de gloria:“Cuando escucho el relato de mi segundo gol, cierro los ojos y lo veo. La camiseta se la regalé a mi mamá. Fui a abrazar a Ahumada porque me dijo que si entraba hacía un gol”.
Para cerrar, reveló cómo era el Muñeco en su momento de jugador y la presencia de su caracter.“Yo jugué con Gallardo. Él era líder. No se aprende a ser líder, se nace. Cuando un líder habla, todos se callan. No lo hace de malo, sino que es así”, concluyó Barrado.