Amaneció gris el cielo en Toronto, pero más negro se nos puso a nosotros cuando nos enteramos que el vuelo a Edmonton, destino del segundo partido de River, salía más de 500 dólares. Descartado el tren, porque el viaje dura 60 hs. -¡sí, como lo leen, 2 días y medio!-, empezamos a buscar otras alternativas, pero una a una se fueron cayendo. Comenzamos las deliberaciones, que sí, que no, pero si habíamos llegado tan lejos, cómo no hacer el último esfuerzo…
La solución llegó de Buenos Aires cuando algunos familiares nos mandaron el dinero para poder seguir la travesía. Largas horas en el aeropuerto buscando precio, hasta que conseguimos los pasajes así que con medio día perdido partimos hacia el centro de la ciudad para poder recorrerla. Comenzamos por el Centro Financiero, un enjambre de edificios y rascacielos que mezclan bellísima arquitectura antigua con lo último en tecnología. Ahí pudimos comprobar porque es el tercero en el mundo, es increíble la cantidad de personas que trabaja en esa zona.
A pocas cuadras se encuentra la parte más comercial de la ciudad. Otra mezcla de culturas donde imponentes shoppings, se mezclan con las más pequeñas tiendas de ropa -en su mayoría atendida por árabes-, todo en una misma calle. El cambio no nos favorece, así que sólo podemos ver un poco las vidrieras, aprovechar para comer en una hamburguesería que se jacta de ser la única que vende 100 % carne vacuna o degustar un café.
Por la noche fuimos a conocer uno de los orgullos de Canadá, su torre CN, según ellos la más alta del mundo. A uno de mis compañeros se le ocurrió que presentemos los carnets de prensa de programas partidarios riverplatenses en la puerta y la prueba fue un éxito: no sólo nos ahorramos los 32 dólares de entrada por cada uno, sino que nos trataron en forma preferencial. Esta inmensa masa de cemento tiene 553 metros de altura, con 1465 pisos y el observatorio más alto del mundo, a 447 metros. Se la considera una de las 7 maravillas del mundo moderno y ayer comprobamos que es cierto.
Como justo enfrente está el estadio de baseball Rogers Centre, probamos suerte usando la misma fórmula: esta vez fue un poco más difícil, pero al final logramos el objetivo y pudimos conocerlo por dentro y sacarnos unas fotos. Cuando nos retiramos vimos que estaban repartiendo algo, nos acercamos y observamos asombrados que mientras desarmaban el stand de promociones regalaban la mercadería sobrante, así que nos llevamos más de 60 latas de gaseosa para el hotel. Acá todos los negocios cierran antes de las 0 hs, así que después de una ducha rápida volvimos para el centro a cenar en el Hard Rock Café, uno de los pocos lugares disponibles a esa hora. Por la madrugada regresamos al hotel porque en 3 hs saldríamos hacia Edmonton, para ver nuestro segundo partido.
Imagen: La Página Millonaria.
