El Millonario no la pasó bien frente a un Racing que fue superior durante buena parte de la noche, pero cinco intervenciones del arquero y las variantes marcaron la diferencia para que ganara 2-0 en Avellaneda. Ya está en zona de clasificación a la Copa Sudamericana.

Doce puntos en las última cuatro presentaciones por la Superliga. River dejó atrás su mal momento para escalar sin freno en la tabla de posiciones, donde ya se encuentra en zona de clasificación a la Copa Sudamericana del año 2019 y mantiene la esperanza de acceder a la Libertadores, hoy a siete unidades con 15 por delante. El 2-0 de esta noche sobre Racing ratificó el exitoso presente anímico, la contundencia que apareció desde el Superclásico y, especialmente, la enorme jerarquía de un Franco Armani que sorprende partido tras partido.

El arquero de River es una suerte de extraterrestre del puesto, un hombre capaz de sacar la pelota más difícil que cualquier humano pueda imaginarse. Tuvo cinco atajadas para impedir que Racing abriera la cuenta, cuatro de ellas durante la etapa inicial. La más increíble fue a Matías Zaracho mediante un derechazo de sobrepique que estaba destinado a ser un golazo con un guardameta terrenal. Armani decididamente es distinto, una bestia que, además de cerrar el arco, se mostró seguro tanto en los centros como los anticipos y envíos aéreos.

River sufrió bastante en el Cilindro para llevarse los tres puntos, debido a que en el primer tiempo no dio abasto para hacerle frente a la intensidad que impuso La Academia, un equipo tan agresivo como inteligente desde la asunción de Eduardo Coudet. Por eso la victoria tiene un sabor especial, era una nueva prueba de carácter: más allá de ser superado al principio, el Millonario jamás se derrumbó anímicamente. Aguantó en los momentos difíciles, brindó solidez en otras circunstancias -por ejemplo, Jonatan Maidana evitó que Diego González señalara la igualdad cerca del cierre- y estuvo lúcido para hallar los espacios.

Para comprender las razones del triunfo no sólo hay que repasar la actuación gigante de Armani, sino también la lectura que hizo Marcelo Gallardo para transformar al equipo con dos cambios. Es que Exequiel Palacios fue más punzante que el colombiano Juan Fernando Quintero -empezó de volante por derecha y luego jugó suelto, de enganche-, mientras que Rafael Borré exhibió categoría para resolver un mano a mano que el propio mediocampista ingresado le facilitó después de un saque erróneo del arquero Juan Musso, a quien el colombiano eludió para definir con el botín derecho.

Cuando Racing amenazaba seriamente, sobre todo a través de un Lautaro Martínez que complicó a Maidana y compañía, apareció el golpe de gracia. Gonzalo Martínez, cuyo sector fue el izquierdo aunque alternó como enlace, asistió a Palacios para que el tucumano sellara el 2-0 mediante un zurdazo cruzado. River, versátil con los volantes para sacarle referencias al conjunto de Avellaneda, exprimió sus posibilidades para conseguir tres unidades vitales en su lucha por clasificarse a una copa internacional. Así demostró que hay motivos para continuar alimentando tanta ilusión puesta en la obsesión llamada Copa Libertadores. Mientras tanto, sube en la tabla de posiciones.


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