Cómo ganarles

?Advertencia preliminar al lector: en nuestro elige-tu-propia-aventura, imaginar que River le gana a su desconocido, pero no menos peligroso rival de semifinales del Mundial de Clubes, algo que de hecho hoy no parece del todo sencillo. Dicho esto, ya en

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Advertencia preliminar al lector: en nuestro elige-tu-propia-aventura, imaginar que River le gana a su desconocido, pero no menos peligroso rival de semifinales del Mundial de Clubes, algo que de hecho hoy no parece del todo sencillo. Dicho esto, ya en ese escenario de ficción, se puede pasar a leer este texto.

Treinta y seis pases fueron los que dio el Barcelona antes de que Suárez le hiciera el primer gol al Real Madrid en el Bernabéu. Uno, dos, tres, siete, once, catorce, quince, veintidós, veintinueve, treinta y cuatro, treinta y seis. Sí, recuento tramposo como el de las lagartijas que te pedía tu profe de gimnasia en el colegio: da fiaca hasta ponerse a enumerar los toques de tantos que fueron. Volvió ese Barcelona, el Barcelona de Guardiola o de Muhammad Ali, el que vuela como mariposa y pica como abeja. El que la mueve de un lado para el otro, que vuelve hacia atrás y pareciera hasta inofensivo pero que secretamente sólo toma impulso, busca el hueco, te marea hasta que efectivamente dejás el espacio y zas, en medio segundo la calma chicha aceleró y no te diste cuenta pero ya estás uno a cero abajo.

Es el Barcelona que marcó una época. Y tal vez hasta sea más temible: la delantera es infinitamente más voraz que la de la versión anterior. Ganarle a este equipo en la final del Mundial de Clubes a esta altura implicaría sin ninguna duda la mayor hazaña de la historia del fútbol argentino y, por qué no, del fútbol mundial y de todos los deportes también. ¿El Maracanazo? No: más allá del contexto favorable a la épica de aquella final, una victoria de River a este Barcelona sería superior. Básicamente porque en este caso estarías jugando contra otra especie, una evidentemente mejor, que arrasa, que encima llegaría en la cresta de su ola, que no tiene equivalencias y que de hecho tal vez sólo tenga alguna equivalencia con un par de equipos en el mundo. El Real Madrid es uno. Se comió cuatro goles. Sin mencionar el detalle de que Luis Enrique dejó en el banco a un tal Messi, un pibe que recién arranca pero que pinta bastante bien, o al menos eso comentan los que lo vieron jugar: le dio unos minutos en el segundo tiempo, el generoso de Luis, para que se vaya fogueando. ¿Cómo se hace para ganarles? ¿Cómo se frena a Messi, Neymar, Suárez? ¿Y a Iniesta, otro pibito que más o menos juega? El colmo: el arquero saca tres pelotas de gol por partido, como para que te deprimas un poco más.

¿Es posible? Aquí viene lo bueno: sí. Tampoco vamos a mentirnos con ese adagio deprimente que reza que, en definitiva, somos-once-contra-once-y-una-pelota. Vaya novedad: menos mal que, además de ser superdotados, ellos no salen a la cancha con más jugadores que nosotros. Pero en el fútbol, viste cómo es esto, hay un partido de cien, o de mil, que se puede ganar. Imaginate si toca. “Barcelona perdió partidos, pero cuando se despierta… Algunos me dicen: ‘¿Viste cómo le jugó tal equipo al Barcelona? Así hay que jugarle’. Sí, así andá a jugarle vos, dentro de dos meses hay que jugarle de otra manera. Todo aquel que le hace partido al Barcelona es el modelo, pero no te dicen nada de los 200 partidos que Barcelona gana en el año”. Lo definió mejor que nadie el propio Gallardo hace un mes: todos quieren copiar al equipo que le ganó al cuco, ser el espejo, pero el que le ganó casi siempre termina siendo uno solo, a lo sumo un par. Lo hizo hace poco el Celta de Berizzo, tantas veces el Atlético de Simeone. No muchos más. Pero se puede, señores, se puede. Y por suerte en el fulbo no hay carácter transitivo: “Si le hizo cuatro al Madrid de visitante y sin Messi, a ustedes les meten veinte”, se me rieron el otro día. No, en general no sucede eso. Y este River, o lo que queda de él, nos demostró que en las bravas está a la altura. Por eso habrá unas 15.000 personas alentando en Yokohama: hasta donde yo sé, ninguno devolvió las entradas ni se arrepintió de viajar por ese sueño. Es que abandonar antes de tiempo está de moda, pero no es nuestro estilo.

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+ El impactante hotel de River en Yokohama.

+ Así se vestirá el campeón de América en el Mundial.

+ Tres clubes japoneses se disputan la última plaza.

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