Se había sumado Pochettino, de buen presente en la MLS, volvió Mammana, un pibe de la casa, regresó Juanfer, el ídolo de Madrid, pero el jugador que más ilusionó de todos los que llegaron a River en el verano de 2022 fue Esequiel Barco, algo fuera del radar en el Atlanta United pero con recuerdos imborrables para cualquier futbolero de su paso consagratorio por Independiente. Por su capacidad para ser determinante en los últimos metros, su poder en la gambeta y el desequlibrio en el uno contra uno, toda la fe estaba (y sigue estando) puesta en él.

 

 

Y al día de hoy, transcurridos ocho meses desde su llegada, Barco todavía no logró colmar las expectativas, ni de los hinchas ni del cuerpo técnico, lo que se explica en sus constantes apariciones dentro y fuera del once inicial. De nuevo, no es ni de cerca el único responsable de la apatía de River dentro de la cancha, pero sí uno de los que más desilusionó a la gente futbolísticamente hablando, sobre todo por lo que invirtió el club en él: un préstamo de U$S 4.400.000 por dos años.

 

Mostró algunas pinceladas interesantes a principio de año, pero luego terminó pagando caro sus malas decisiones en el tramo final del campo de juego, lo que lo llevaron a Gallardo a sacarlo del equipo. En la Copa de la Liga fue titular en 8 de los 14 partidos que jugó el Millonario, contrario a lo que ocurrió en la actual Liga Profesional: fue titular solo 6 veces en 19 fechas, sumado a que en el medio tuvo desgarros que le hicieron perder todavía más terreno.

Ayer en el superclásico ingresó en el entretiempo para tratar de aportarle algo distinto al ataque y tampoco pudo hacerlo. Perdió nueve veces la pelota y terminó chocando en reiteradas ocasiones con la defensa de Boca, es cierto, en un contexto desfavorable y de desorden generalizado produto justamente de los cambios extraños de Gallardo. Pero los números del ex Independiente hablan por si solos: hace 19 partidos que no convierte y 14 que no puede dar una asistencia.

¿Es víctima de un equipo poco confiable e irregular? Sí, pero a su vez, incluso con malos resultados, River exige, no espera y necesita respuestas constantes de sus intérpretes. Barco ya tuvo varias chances para inclinar la balanza y todavía no lo logra, por eso perdió crédito en los hinchas. Por eso se pone el foco en sus actuaciones. Calidad le sobra, de eso nadie duda, y personalidad no le falta, pero todavía no logró encontrarse él dentro de la cancha. La radiografía de su 2022 por ahora muestra que la individualidad pesó más que su capacidad para jugar "colectivamente".

 

Ojalá que pueda revertir la imagen, porque tiene con qué y River lo necesita. No abundan jugadores de sus características en el fútbol argentino y si Gallardo decidió traerlo fue porque realmente lo creyó valioso para el equipo y porque confía en su cualidades, pero hasta el momento el Barco de Esequiel no logra navegar.