Ya pasó la inauguración y el debut de la Selección Argentina. En paralelo, los hinchas argentinos nos vamos adaptando a la vida en Johannesburgo. Más de 15.000 compatriotas se calcula que estuvieron ayer en el Ellis Park.
Cuando los locales dicen que Joburg lo tiene todo, no están mintiendo. Es una gran ciudad con la infraestructura de las grandes ciudades y capitales del mundo, con todo tipo de atracciones. Aunque en este caso, y por más que sea el principal centro financiero de Sudáfrica, la capital -para sorpresa de muchos- es la vecina Pretoria, ciudad más pequeña y ordenada donde gran parte de los argentinos que vinieron sin un paquete turístico se están alojando. Joburg es enorme, y tiene dos caras: de día todo brilla y se ve pintoresco, hasta incluso muchos percibimos sus calles y su gente similares a muchas ciudades de Brasil. Pero cuando cae la noche en Joburg, todo cambia, y los mismos sudafricanos recomeniendan manejarse con mucho cuidado, solo conducir en autopistas, no detenerse y no caminar por la calle (a excepción de algunas zonas puntuales como Sandton).
El centro de Johannesburgo no es definitivamente una zona turística ni donde se alojen la mayoría de los argentinos. La hiper acomodada Sandton, donde todo es lujo, sí recibe a los argentinos que desembolsaron un billete mucho más grande y pudieron alojarse en los hoteles 4 y 5 estrellas que se encuentran a cada cuadra de esta pudiente zona. Pero es tan grande Johannesburg, que hay muchas opciones más de alojamiento en su periferia, en las cercanías del aeropuerto, y hasta incluso muchos valientes se alojan en hostales del pintoresco y popular barrio de Soweto.
Llegar a la inauguración fue toda una travesía. Kilometros y kilometros de autos, a paso de hombre por las autopistas convirtieron en una odisea la llegada al Soccer City. Con esta experiencia, en el día de ayer los miles de argentinos que llegaron al Ellis Park fueron mucho más previsores y ya cuatro o cinco horas antes del partido fueron llegando en masa al estadio. Desde bien temprano, los alrededores del Ellis Park se pintaron por completo de celeste y blanco. Emocionaba ver a miles de argentinos, cantando y caminando por las calles, flameando banderas desde las ventanas de los micros y tocando bocina arriba de los autos alquilados.
Dentro de la cancha, un 40% del estadio tenía los colores de Argentina. De los 56.000 espectadores, unos 15.000 eran argentinos, muchos llegados desde Argentina y otros miles desde otros países donde han emigrado. Además, por lo menos había otros 10.000 de distintas nacionalidades que se calzaron la celeste y blanca para apoyar a la selección. Aquí, el fenómeno Messi ayudó y mucho. Europeos, asiáticos y muchísimos hermanos sudamericanos (principalmente de Colombia, Venezuela y Centroamérica) estuvieron apoyando a la Selección Nacional, en su mayoría con el “10” y el “Messi” en sus espaldas. Los sudafricanos, amables y receptivos, fueron consistentes con su política de “Sudáfrica apoya a los africanos” y cornetearon a más no poder por Nigeria. A propósito, la comunidad nigeriana en Sudáfrica es una de las más grandes de este país, pero así y todo los argentinos los superaron en número y color.
Para finalizar, este párrafo es para las vuvuzelas, esas malditas cornetas que le están quitando todo el clima al mundial porque literalmente neutralizan cualquier tipo de intento de aliento. Es un zumbido permanente, al que los hinchas argentinos no estamos acostumbrados, y que tapa absolutamente todo. Argentina, vuelve a jugar el jueves, pero el Mundial sigue y la expectativa crece y crece.
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– Gigapan de la hinchada argentina en el Ellis Park
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Imagen: La Página Millonaria
