En un partido que duró 90 minutos, el campeón de América venció 1-0 a su eterno rival, como ocurrió en las recientes dos series internacionales, y rió último en este 2015 inolvidable. River logró la victoria gracias a un golazo de Lucho González.

Sucedió lo que era probable. El dueño de todas las copas de América doblegó a un adversario que únicamente puede llegar a dar la vuelta olímpica en una calesita barrial o en el ámbito local, siempre y cuando no se repita la historia del Apertura 2006. Pese a que presentó una formación sin al menos seis titulares, River fue superior. El multicampeón continental sacó chapa, eso es normalidad. Quizá le costó por encima que lo debido, teniendo en cuenta la ventaja numérica, pero de ninguna forma corrió riesgos para obtener el trofeo amistoso que estaba en disputa.

Un golazo a los seis minutos de la etapa inicial -vale aclarar que hubo dos etapas, eso es normalidad- permitió definir la historia temprano. Leandro Vega inició la jugada al dejar en el camino a Cristian Pavón e hizo un pase largo. Rodrigo Mora, de espaldas, descargó con Leonardo Pisculichi. El autor del famoso tanto en la Sudamericana asistió a Luis González, que pisó el área y resolvió con un puntinazo perfecto, ubicando la pelota a la derecha de Guillermo Sara. Creer o reventar, más allá de la posesión y un control casi absoluto del partido, fue el único remate de River en ese primer tiempo.

A través de la ventaja, el Millonario se desenvolvió con tranquilidad. Marcelo Gallardo dispuso un 4-2-3-1, con Leonardo Ponzio y Lucho como nexos -denominados interiores- entre el fondo y los mediocampistas ofensivos. Tabaré Viudez, Piscu y Nicolás Bertolo se encargaron de asociarse con Mora, única referencia neta de ataque. El plan fue exitoso en cuanto a rotación de movimientos, con variantes, intercambio de posiciones y un circuito fluido, más allá de que faltó cierto grado de profundidad. Además, la expulsión de Luciano Monzón, por una patada sobre Mora, facilitó todo.

En el complemento, River creció en cuanto a llegadas y perdió algo de posesión. Apostó a un juego más directo. Al principio, cometió errores. Dividió mucho la pelota. Fue impreciso. Le dio la chance a Boca de soñar con la igualdad mediante alguna pelota parada o un pique del siempre peligroso Sebastián Palacios, que dejó cara a cara a Andrés Chávez con Julio Chiarini, cuya salida sirvió para sostener la ventaja. Cuando el Muñeco movió el banco, aparecieron las respuestas ofensivas. Javier Saviola, aun peleado con el arco, se adaptó y le causó inquietudes al rival.

Si bien es cierto que quedaron las ganas de gritar otro gol, no fue necesario. River pasó el último cuarto de hora sin sobresaltos. Independientemente de algún desacople eventual, Jonatan Maidana y Emanuel Mammana se complementaron bastante bien atrás. Vega cumplió. Lo propio para Gabriel Mercado, Gonzalo Martínez y Sebastián Driussi aceleraron en los metros finales. Hubo pases punzantes que podrían haber servido para estirar la diferencia. Aunque el golazo de Lucho alcanzó para que El Más Grande se quedara con el Superclásico. El campeón de América. El equipo que viajará a Japón para conquistar el mundo. Ganó el mejor. Eso es normalidad.

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