Qué gran noche de Copa Libertadores se vivió en el maravilloso Estadio Monumental. De esas en las que se sufre, se grita en forma de desahogo y se termina disfrutando. Una noche en la que, gracias a Dios y a Marcelo Gallardo, nos fuimos acostumbrando a vivir en la última década. Hay tanto en juego que la gente lo vive de una manera muy especial y distinta. Se genera una atmósfera irrepetible, incomparable con cualquier otro escenario de la Argentina. No hay lugar en este país en el que se viva con más intensidad la Copa Libertadores que en casa. Es algo que no se explica, solo se puede sentir. El aliento y la adrenalina que baja de las tribunas al campo de juego es imponente. Genera una energía que contagia. Agranda a los propios y condiciona a los rivales. Es el clima ideal para que este River dispute la Libertadores.

Y denominar de esa manera al equipo no es casualidad ni tampoco un juego de palabras. El River del Muñeco fue es y será copero. Hasta cuando le tocó caer el equipo dio la talla. Y ni hablar en las conquistas inolvidables. Los partidos imborrables o las remontadas épicas y toda esa mística que se fue generando desde el 2014 hasta hoy.

El festejo de Santiago Simón en el 2-0 de River. (Foto: LPM / Daiana Panza).

El festejo de Santiago Simón en el 2-0 de River. (Foto: LPM / Daiana Panza).

Los duelos con Talleres fueron incómodos y difíciles. Mucha paridad en los trámites y desarrollos de los partidos. River fue estrategia pura. Fue cabeza fría y corazón caliente. Un equipo que se armó de atrás para adelante y que nunca se regaló. Que siempre estuvo metido y concentrado. Con los dientes apretados durante los 180 minutos. Que jugó cuando pudo y como pudo, pero que jamás le faltó carácter. Si el rival corría y metía, River corría y metía más. No fue dominante. Tuvo momentos donde la pasó mal y ni siquiera con la llave 3 a 0 apareció esa sensación de alivio y tranquilidad de sentir que la clasificación estaba asegurada.

Trabajar la confianza del equipo y de los hinchas

A la confianza hay que transmitirla y estos jugadores de a poco la van recuperando. La propia y la de su gente. La inseguridad e inestabilidad fue la cara más repetitiva de este plantel en el último trimestre. Hoy la cosa va cambiando. De a poco y con batallas como estas el equipo se va haciendo fuerte. Gana en el juego aéreo, muerde en campo propio, corta con falta en el sector y en el momento justo, retrocede bien y no da ventajas atrás. Le falta juego. Elaborar más y sostener la pelota. Crecer en la tenencia y aprovecharla al máximo para potenciar el aspecto ofensivo. Hoy a River le cuesta jugar. Tiene momentos. Ratitos. Compensa esa falencia con las ganas y el espíritu copero que Gallardo prometió recuperar en su primera conferencia de prensa.

Santiago Simón fue uno de los puntos altos de River ante Talleres. Foto: Prensa River.

Santiago Simón fue uno de los puntos altos de River ante Talleres. Foto: Prensa River.

Nombres

Hay un salto de jerarquía con Germán Pezzella, la figura de estos Octavos de final. Se levantó mucho el nivel del lateral derecho con la incorporación de Fabricio Bustos. Paulo Díaz, sin tener que oficiar de bombero como antes, también empieza a sentirse cómodo en esta defensa ala que se sumará Marcelo Acuña, pero que también mostró a un Enzo Díaz, tantas veces criticado, muy mejorado en la marca.

En la mitad de cancha también hay buenas señales. Matías Kranevitter es actor fundamental en el primer gol. El solo fue al área rival, corrió, presionó y provocó el error del contrario. Volvió a parecerse al del 2014-2015. Gallardo lo conoce y de arranque apostó por él. Ojalá las lesiones lo respeten y pueda tener esa continuidad física que le ha faltado desde su llegada en 2022. Santiago Simón es un acierto del DT. Importante posicionalmente en los dos partidos. Equilibrio y salida para la mitad de cancha. Hasta llegó al área y anotó con un gol clave para darle a River un respiro importante.

Estos son los nombres en los cuales River se apoyó para pasar de ronda. Sin olvidar que Franco Armani se mandó tremendo atajadón en el primer tiempo y se mostró firme y seguro de arriba.

Que Miguel Borja, aun sin estar en su plenitud física, hizo su gol habitual y jugó muy bien hasta que le dieron las piernas. Sin dudas es un 9 para ganar la Copa.

Maxi Meza tiene clase y será un arma ofensiva importante para el equipo que deberá encontrar también regularidad en las joyas que son los dos pibes.

A Franco Mastantuono le costó desnivelar y jugar suelto pero sus condiciones entusiasman. A Claudio Echeverri le tocó salir e ir al banco para entrar en el segundo tiempo. Lo hizo muy bien, encontró espacios y anduvo cerca del gol. Ambos tienen jerarquía y ADN River, aun en su proceso de madurez física y futbolística.

La Copa es esa ilusión que nos condena. Ya estamos en cuartos de final y nos toca Colo Colo. Imposible no entusiasmarse con lo que viene. Hay DT, hay futbolistas y hay una multitud empujando que será clave para definir las series siempre en casa. Somos optimistas porque pasó la etapa mas difícil. Esa que obligaba a jugar y ganar casi que sin poder entrenar y conociendo las urgencias que existían. Ahora arrancará el Ciclo Gallardo. Semanas largas de trabajo, menos partidos y hasta un receso por las eliminatorias que vendrá bárbaro para la readapatación física que pretende el DT y los ensayos tácticos.

Habrá tiempo de trabajo para mejorar lo que ya arrancó con el pie derecho. El Muñeco sabe que potencia mucho lo propio pero también genera deseos negativos en el afuera. Lo están esperando. Solo hay que escuchar y leer para darse cuenta.

Había un morbo grande de muchos “neutrales” ante una posible eliminación de River para disfrutar la caída de Gallardo y que la llegada de tantos refuerzos importantes fuera en vano. Las contrataciones de River son la envidia de todo el fútbol argentino. Deberán seguir esperando. River le ganó a Talleres, avanzó a Cuartos de Final y es el único equipo argentino que juega Copa Libertadores.