El empate 0-0 ante Platense fue sin dudas uno de los peores partidos de este segundo ciclo de Marcelo Gallardo en River. No solo por la actuación del equipo y el paso atrás que significó desde el juego, si no por el aburrimiento de un encuentro casi sin jugadas de gol. Pero con el Muñeco siempre quedan perlitas por analizar, y en este caso fue su innovación con Manuel Lanzini.
El ex West Ham volvió a ser titular y una vez más fue de lo poco rescatable. Junto a Santiago Simón, estuvo muy activo fundamentalmente en el primer tiempo para mover la pelota y hacer jugar al equipo, pero no tuvo esa decisión de ir para adelante y romper con pases filtrados o desequilibrio individual. Y en el complemento terminó jugando de volante central.
Lanzini, de correcto partido: preciso y activo pero no decisivo.
En la búsqueda de ir a ganar el partido, Gallardo sacó a Matías Kranevitter y puso a Claudio Echeverri a falta de media hora para el final, ubicando así a Lanzini de cinco. Con Simón a su costado y Echeverri y Mastantuono por delante, el Muñeco entendió que en el aluvión ofensivo, un volante de características sobraba. Y acertó, porque Platense no atacó en esos 30 minutos.
Sin embargo, el oriundo de Ituzaingó jugando tan atrás tampoco le ofreció soluciones, ya que Manu se limitó simplemente a recibir la pelota de los centrales y hacérsela llegar al Diablito o Mastan. De todos modos, su desempeño terminó siendo el reflejo de lo que fue River: un equipo que asumió el protagonismo y que fue a buscar el triunfo, pero sin ideas y moviendo la pelota de lado a lado sin sentido.
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Lanzini tocó 127 veces la pelota, un número alto que denota dos cosas: fue el dueño de la mitad de la cancha y que River tocó mucho pero hizo poco. Acertó 89 de 100 pases, pero en un gran porcentaje hacia los costados, irrelevantes. De hecho, dio apenas un pase clave, y dos pases largos (uno con éxito). Pateó una vez desde afuera pero desviado y completó las cinco gambetas que intentó. Recibió cuatro faltas, y ganó 10 de 13 duelos.
No es la primera vez que Gallardo innova con el volante central. Suele hacerlo en situaciones de partido, y el caso emblema es Enzo Pérez, quien terminó agarrando la bandera que dejaba Leo Ponzio. Sin embargo, el mendocino ya había jugado allí en Europa, y sus características lo hacían más apto. Inteligencia, ubicación y un buen porte físico para meter y chocar. Lanzini es pura creatividad y distribución, pero quizás Gallardo pueda volver a utilizarlo en esa zona si lo considera.