Había que ganar y se ganó. El “River emparchado” sumó de a tres en condición de visitante y vuelve a casa con una sonrisa. No por el juego mostrado. Tampoco por los puntos conseguidos. La sonrisa es de alivio. De saber que tras un enero complicado tener un mal resultado en la cancha de Lanús hubiese sido inoportuno para ese periodo de paz que buscan tener Demichelis y sus futbolistas.
Esa etapa necesaria para rearmar las cosas después de un arranque del año con algunas dificultades. Adiós de jugadores importantes. Lesiones masivas. Feos amistosos. Falta de refuerzos. Debut flojo con Argentinos. Un combo que despertaba malestar en la gente y que se transformaba en reclamos a dirigentes, cuerpo técnico y plantel. Ojo. Una victoria contra el discreto Barracas tampoco convierte al infierno en paraíso. Pero sí da calma. Aquieta un poco las aguas. Genera tranquilidad para salir de esa onda negativa que parece perseguirlo en el último tiempo.
La necesaria victoria de River ante Barracas en Lanús
Dicho todo esto pasemos a lo que nos dejó River en su victoria 2 a 0 contra el equipo del Presidente de la AFA. Lo primero que hay que decir es que ganó merecidamente. Lo segundo a remarcar es que no hizo un gran partido. Es más, hasta necesito de un par de revolcones de Armani para sostener el resultado. 25 minutos finales del primer tiempo y algunos tramos breves en la segunda mitad fueron los momentos destacados del equipo de Martin Demichelis en la noche sureña.
Otra vez faltó fluidez en el juego. Mejoró lo hecho con Argentinos, pero sigue lejos de ser aquel equipo arrollador del 2023. El duelo comenzó con Barracas presionando, teniendo la pelota y con River replegado y saliendo de contra. El mundo al revés. El pato le disparaba a la escopeta. Así y todo tuvo las mejores situaciones de gol. Con Mastantuono como bandera, con buenos aportes de Nacho Fernández y el desequilibrio de Barco, River pisaba el área rival pero no hac+ia jugar al 9. Una falencia grave. Porque si en este River no la toca Borja es difícil hacer goles.
Lo bueno que se elaboraba hasta ¾ se desdibujaba en los metros finales. Porque Herrera no lastimaba. Enzo Díaz fallaba el último pase. Nacho decidía al revés y Barco jugaba pero no hacia jugar. El chico de 16 años era el más peligroso y el 9 el menos participativo. Una ecuación que no cerraba. Y que empeoró para la segunda mitad. Mastantuono lógicamente se cansó y River empezaba a llegar menos. Hasta que afortunadamente lo que se reclamaba sucedió.
El oportunismo goleador de Borja
Una pelota bien colocada encontró la cabeza de Borja y el colombiano no falló. Gol de River y 1 a 0. Gol que empezaba acomodar un poco las cosas. No demasiado. Ya que luego de la conquista, Barracas coqueteó con el empate. Esto tuvo un motivo. Al igual que el domingo pasado la mitad de cancha fundió motores y se convirtió en zona de tránsito y no de corte. Y aquí hago un paréntesis.
Fonseca, aprobado
Quiero dedicarle unas líneas a Nicolás Fonseca. El apuntado por la gente y por gran parte del periodismo. Ese jugador que fue descalificado, motivo de burlas y faltas de respeto varias. A quien acusaron de “deportista amateur” o un “negociado económico”. El uruguayo terminó mejorando la imagen de su debut. Con Argentinos tuvo un partido discreto pero lejos estuvo de desentonar. Contra Barracas jugó un correcto primer tiempo con un pase para adelante que empieza a notarse y un buen pie que de a poco va soltándose.
Claramente le falta desde lo físico. En los dos partidos se quedó sin piernas en los últimos 20 minutos. Por supuesto que tendrá que demostrar que está apto para River. Que tiene que rendir unas cuantas materias. Deberá mejorar en la ubicación táctica y ser más agresivo en la marca. Pero aquellos que se sentaron a verlo con tantos prejuicios y el discurso ya escrito, ahora deberán reconocer que terminó cumpliendo y posiblemente jugando por encima de las expectativas que muchos tenían.
Llegará Villagra y pinta para titular. Se sabe que cuando Kranevitter se recupere será una opción importante. Lo hecho por Fonseca permite pensar que en algún momento también puede pelear por un puesto.
¿Qué le pasa a Rodrigo Aliendro?
Volviendo al partido y a la mitad de cancha se busca con urgencia el paradero del Rodrigo Aliendro 2023. Ese jugador que hacia poner de pie al Monumental para que lo aplaudan. El modelo 2024 pasa desapercibido. No se hace notar y eso es negativo en un jugador clave como es él. Otro tema a analizar es Ignacio Fernández. Hombre fundamental en tiempos gloriosos para River, que hoy parece convivir con una etapa descendiente de su rendimiento deportivo. Terminó bajo la temporada pasada sin lograr un rendimiento que despierte elogios. En este arranque levantó un poco.
Se lo ve más participativo pero sigue sin esa preponderancia en el desarrollo del juego que mostraba en los años 2018, 2019 y 2020. Puede ser un tema físico. Hasta quizás un aspecto posicional lo que le impida ser el que fue. O simplemente es el paso del tiempo y ahí es donde se deberá entender que comparar a este Nacho con aquel no tiene mucho sentido. Quizás haya que analizarlo con los ojos del presente y no con los del pasado.
Comprendiendo que ya no es el futbolista “todoterreno” que deslumbraba pero que si puede ser un jugador de apariciones y participaciones distintivas. El hincha hoy lo señala duramente, y si bien es cierto que en River hay que rendir todos los días, suena algo injusto por todo lo que supo darle al club.
Correcta noche de los centrales
Está claro que no solo River como equipo busca su mejor versión. También muchas individualidades necesitan alcanzar su nivel más elevado. A los ya menciondos sumamos que Armani arrancó bien y fue figura. Los centrales cumplieron. Contra Argentinos mejor Paulo Díaz que González Pirez, contra Barracas fue al revés. Anduvo mejor el ex Inter Miami que el chileno. Si bien hay una base, será fundamental recuperar a los lesionados lo más pronto posible. La television enfocaba el sector donde estaban los jugadores averiados mirando el partido y nos hacía notar que River tenía mucho mejor palco que banco.
Y si hablamos de tener lo que también siempre tiene son pibes. Así como Echeverri jugó muy bien la final con Central prometiendo ser un valor interesante para este año y como Mastantuono debutó de titular y ya logro destacarse, también hay que mencionar el bautismo goleador de Ruberto. El hombre gol de la Sub 17 Argentina en la primera chance que tuvo para darle al arco con la Banda Roja puesta, la clavó al lado del palo convirtiendo un golazo que sirvió para liquidar el encuentro. Ojala sea el primero de varios. Quienes conocen a este chico desde sus periodos formativos son muy optimistas cuando se refieren a su futuro. Por eso la dirigencia no quiere taparlo con incorporaciones masivas.
¿Llega un delantero más?
Es real que se busca un delantero más que acompañe a Borja. Pero tiene que ser de jerarquía. El traer por traer no corre porque hay una decisión tomada: Ruberto tiene que sumar minutos en este 2024. Se confía en su explosión y en sus goles.
Ahora será el turno de Velez y luego el estreno en Copa Argentina frente a Excursionistas. Esto no para. Se juega continuamente y el equipo debe mejorar partido a partido. Con los refuerzos que llegan, los lesionados recuperados, los chicos que llegaron para quedarse y la vuelta de los seleccionados, River gozará de otra realidad. La ilusión de tener y formar un gran plantel va tomando color. Hay que ser positivos y entender que esto puede llevar un poco de tiempo. Que este “River Emparchado” no es el ideal ni el que disputara las competencias de este primer semestre. Solo fue salir del apuro y sacar este momento adelante. Como se pudiera. Sin importar las maneras y las formas.
Era necesario conseguir resultados que den tranquilidad. Ya habrá tiempo con plantel completo para exigir como corresponde y pretender ver un River de alto vuelo. Como nos gustó, gusta y gustará. Porque acá siempre debe ser prioridad jugar bien. Porque ese paladar único que tenemos así lo obliga. Es un sello identificatorio dentro del fútbol argentino. Vamos al Monumental no solo a verlo ganar; también vamos a verlo jugar bien e identificarnos con su estilo. Con su juego. Como marca la historia y como nos contaron tantas y tantas generaciones de hinchas.
Pero ésta vez (solo ésta vez) era diferente. El momento alterado de River necesitaba un poco paz y la manera de descomprimir era ganando. No se soportaba una derrota. Había que ganar como sea y pudiera. Por lo tanto se le pide perdón a Labruna, Pedernera, Alonso, Ortega y a tantos otras banderas de una escuela futbolística respetada en todo el mundo pero sabrán entender que por esta vez y contra Barracas había que ganar como sea. Que quieren que les diga. Aún sin jugar bien, como termino sucediendo.