River llegó al 1-0 sobre el final de la primera parte ante Atlético Tucumán pero la tecnología se lo anuló. Al Millonario le había costado mucho imponerse ante su rival y apenas le pudo patear al arco, hasta que una pelota perdida en el área encontró a Paulo Díaz suelto. Derechazo a la red y a cobrar, pero el VAR tuvo otros planes.

Lo que parecía que ya era la apertura segura del mercador se vio modificada por la revisión de los árbitros que estaban en las cabinas en Ezeiza, comandadas por Nicolás Lamolina. Barco metió el pase en profundidad, Bruno Bianchi quiso despejar la pelota, la dejó corta y ahí Paulo facturó. Tras trazar las líneas (muy defectuosas) comprobaron que el chileno estaba adelantado.

El trazado de líneas para marcar que Paulo estaba en offside.

Pero eso no era el problema, porque el último toque fue en un jugador de Atlético Tucumán. O al menos no parecía haber inconvenientes. Desde el VAR llamaron a Pablo Dóvalo, juez del partido, para que revisara la acción en la pantalla: tenía que decidir si el toque de Bianchi fue deliberado, lo que convalidaría el gol, o involuntario. Claramente fue lo primero, pero Dóvalo interpretó insólitamente lo segundo y por eso anuló el gol.

Es decir, Dóvalo entendió que Bianchi no tenía intenciones de despejarla, cuando en su gesto corporal es claro que quiere rechazar y simplemente trata de encojer la pierna para no chocarse con su compañero. Un nuevo papelón más de la tecnología (o mejor dicho de los que la manejan) y van…

Así fue el gol que le anularon a River