River le ganó 3-2 sobre la hora a Gimnasia y Esgrima La Plata para seguir prendido en la lucha. La victoria fue complicada, debido a que el conjunto de Núñez pasó de estar cómodo a sufrir el empate, pero Mora apareció en el momento justo.
El Millonario utilizó su fortuna en La Plata, aunque estuvo a punto de derrocharla. Es que la inversión realizada en el primer tiempo casi termina en quiebra cuando el Lobo reaccionó para alcanzar el 2-2 de manera inesperada, teniendo en cuenta el dominio en los 45 minutos iniciales. Sin embargo, Rodrigo Mora aprovechó una serie de rebotes, luego de un tiro de esquina ejecutado por Gonzalo Martínez, para señalar el triunfo definitivo en el Bosque, donde El Más Grande había conseguido las tres unidades por última vez en el Apertura 2003.
La noche comenzó mal en cuanto al desarrollo para el equipo que dirige Marcelo Gallardo. Gimnasia asumió el protagonismo en el primer cuarto de hora. A través de mucha intensidad, pisó el área en varias ocasiones, causando que Julio Chiarini se revolcara para impedir que Pablo Vegetti abriera la cuenta. Tras ese sufrimiento al principio, el Millonario se acomodó y empezó a generar su juego.
Los volantes entraron en acción para darle dinámica a River. Tanto Augusto Solari como Sebastián Driussi brindaron criterio por afuera, mientras que Leonardo Ponzio y Ariel Rojas marcaron el ritmo desde las cercanías del círculo central. Hubo tres chances claras antes de que Fernando Cavenaghi, muy participativo e inteligente en cada movimiento, pusiera en ventaja a La Banda, al sacarle rédito a un error de Nicolás Navarro, previo desborde de Mora.
Consolidado en el campo, River se transformó en un conjunto voraz. Presionó, abrió la cancha y profundizó permanentemente por los costados. Tan sólo cinco minutos después del primer grito, llegó el segundo. Solari, al capturar un rebote, coronó una gran jugada colectiva. La diferencia era mayor e incluso parecía que la goleada sería inminente ante un adversario completamente desconcertado atrás.
Pero Gimnasia se puso de pie en la segunda parte. Maximiliano Coronel, de flojo paso por El Más Grande, descontó de cabeza, luego de un córner. River había perdido frescura. No encontraba la pelota. Y cuando lo hacía, le duraba escasos segundos. Entonces, Chiarini veía cada vez más cerca a los delanteros locales. Ninguno de ellos lo vulneró. Sí Ignacio Fernández, a través de un tiro libre rasante. Baldazo de agua helada. A barajar y dar de nuevo, en el peor contexto, ya que el equipo carecía de peso ofensivo.
Creer o reventar, Gimnasia perdió el envión inmediatamente. River se recuperó para dominar el desarrollo hasta el cierre. Los ingresos de Gonzalo Martínez y Lucas Boyé sirvieron para provocar riesgo, mientras que Matías Kranevitter le dio oxígeno al medio campo. La pelota parada se convirtió en un arma preponderante. Germán Pezzella avisó con dos cabezazos y otro envío aéreo permitió que el balón merodeara el área para que Mora lo empujara al gol del triunfo. Un 3-2 tan difícil como valioso para seguir a tres puntos de San Lorenzo, el próximo rival.
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