(Mar del Plata – Enviado especial) Lejos del rendimiento y las características que lo llevaron a ser protagonista durante el 2014, el Millonario se vio superado en varios sectores del campo y cayó 0-1 frente Boca.

River estuvo desconocido en Mar del Plata. A pesar de la garra habitual, la perseverancia para buscar hasta último momento y un puñado de situaciones claras de gol, sufrió demasiado el golpe recibido a los 17 minutos del primer tiempo y perdió en la mayoría de las pelotas divididas. En un encuentro extremadamente luchado, plagado de infracciones, el tanto de Franco Cristaldo fue decisivo.

Esta vez la prolijidad para administrar el balón no sirvió. Es que el rival de toda la vida apostó a la presión asfixiante en cada rincón del terreno de juego. Entonces, sin advertirlo, River quedó partido. La defensa y los volantes padecieron dificultades para que la concepción futbolística fuera progresiva, mientras que los delanteros se las ingeniaron para incomodar, aunque sintieron la ausencia de los mediocampistas como soporte inmediato.

El conjunto que dirige Marcelo Gallardo se vio incómodo. Únicamente prosperó cuando la precisión en velocidad sorteó la presión constante y en bloque de Boca. Hubo una jugada antes de la apertura del marcador: Teófilo Gutiérrez, en lugar de sacar un derechazo potente o a colocar, resolvió de zurda. Así, le hizo simple una acción complicada a Guillermo Sara. Tres minutos después, en el área de enfrente no hubo perdón.

Sin embargo, River tuvo una nueva oportunidad de revertir la historia. El Muñeco acertó al poner a Gonzalo Martínez por la banda derecha, aunque esa variante generó que Carlos Sánchez terminara de lateral en reemplazo de Gabriel Mercado. La entrada del Pity surtió efecto enseguida. Víctima de varias infracciones, causó la doble amarilla de Andrés Cubas. A partir de ahí, La Banda asumió el protagonismo.

Con la superioridad numérica, River abrió la cancha, profundizó y uso un abanico de variantes. Ninguna dio resultado. Ni siquiera la pelota parada proveniente por el magistral botín zurdo de Leonardo Pisculichi. El Pity fue quien más desequilibrio provocó. Pero la expulsión de Leonel Vangioni equiparó las acciones. En un ida y vuelta, Boca desperdició la chance de liquidarlo. River intentó e intentó. Producto de la impotencia, Jonatan Maidana fue expulsado. Un cierre acorde a un River desconocido, lejos de su mejor versión. A dar vuelta la página.

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