Por primera vez en su historia, River ganó la Recopa y festejó en la cancha de San Lorenzo, donde se impuso 1-0 y fue aplaudido por varios hinchas locales. El campeón logró el reconocimiento de todos, mientras la calesita del Parque Lezama sigue trabajando mejor que nunca.
¡River es campeón otra vez! Séptimo título internacional de esta séptima maravilla que es el River de Marcelo Gallardo. Sin vuelta olímpica por la ausencia de hinchas visitantes, aunque con la misma alegría e intensidad para festejar otro logro que renueva y ratifica seriamente las esperanzas de pelear por la Copa Libertadores para el campeón más poderoso de la historia y ahora también del continente. Es que levantó la Recopa, que se #SeReMiraYNoSeToca, dedicada a los que prefieren una de verano.
Este River ya quedó en la historia. Pero va por más. Sabe cómo jugar instancias decisivas. Se conoce de memoria. Tiene un funcionamiento propio de un equipo con mentalidad ultraganadora. Potencia sus virtudes. Maquilla sus defectos. Y cuando parece que puede sufrir un golpe de nocaut, aparece Marcelo Barovero. O Barovhéroe, siendo más justos. Todavía los hinchas del Ciclón no entienden cómo hizo el arquero para impedir que un remate a quemarropa de Matías Caruzzo no igualara la serie. Aún se lamentan quienes depositaron sus esperanzas en Martín Cauteruccio. Trapito les ahogó el grito y sostuvo la ventaja.
Más allá de la premisa, por momentos lograda, de plantarse cara a cara en el Nuevo Gasómetro, el Millonario tuvo que pasar el sobresalto inicial. Se ajustó los cinturones y demostró que tiene una defensa eficiente para salir adelante en situaciones difíciles. Es que Gabriel Mercado, Jonatan Maidana -muy sólido en el uno contra uno-, Ramiro Funes Mori y Leonel Vangioni, cuyo cruce fue clave para evitar el tanto de Sebastián Blanco, se lucieron. Y, lo dicho, Trapito supo respaldarlos. De ninguna manera El Más Grande salió a especular, pero le costó pisar el área de enfrente durante la etapa inicial.
Consciente del resultado favorable, River hizo lo que anticipó el Muñeco: jugó con la desesperación de San Lorenzo. Aprovechó su apuro. El conjunto de Gallardo apeló al reloj. Lo utilizó siempre. Calculó cada movimiento. Entendió que era mejor asegurar el balón cuando los espacios resultaban insuficientes para avanzar o lastimar. Entonces, amén de la excesiva paciencia de Barovero para sacar, empleó la inteligencia al máximo para dosificar la posesión. Y, como si fuera poco, lo benefició la insólita agresión al asistente Juan Pablo Belatti, justo en el momento de mayor dominio local.
En el segundo tiempo, ya asentado definitivamente, River comenzó a reunir precisión con velocidad. Por eso Rodrigo Mora exprimió su velocidad, desestimó cualquier tipo de reclamo sobre una presunta posición adelantada y asistió a Carlos Sánchez, el autor del 1-0 como anfitrión y huésped. Gritó de gol en medio de un baldazo de agua fría. Enseguida, un silencio en las tribunas. Acá tenés tu silencio, Cuervo. Fijate cuál tuvo un título de por medio. Este River ganador aguantó la diferencia con uno menos por la roja de Funes Mori. Hasta podría haberla aumentado. No fue necesario. River se llevó la Recopa en el Bajo Flores. Gritó campeón y le dio publicidad gratuita a la famosa calesita de Parque Lezama, esa que sirve para quienes miran por TV, una vez más. #SeReMiraYNoSeToca. ¡Y que viva el fútbol, River!
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