River jugó el peor partido de la era Gallardo y perdió por goleada el segundo Superclásico del año. Termina así un verano con muchísimas dudas y rendimientos muy por debajo de lo esperado. ¡A levantarse, dale campeón!

Se terminaron las vacaciones, campeón. Nada podrá borrar el soñado 2014 de River, pero el éxito del semestre pasado no permite actuaciones como la que se vio en Mendoza. Y mucho menos en un Superclásico.

El equipo tuvo la peor producción en la era de Marcelo Gallardo, con jugadores desconcentrados, lejos de las marcas y, lo que es peor, tibieza para jugar el partido más importante de todos. Porque en el Superclásico no importa si es enero o diciembre, siempre hay que ganarlo.

La defensa fue paupérrima, los tres goles del primer tiempo parecieron de entrenamiento y lo único rescatable fue la gente, que no paró de cantar y alentar un segundo, pese a la pésima producción de La Banda.

Párrafo aparte para las expulsiones. La primera, la de Mayada, por dos patadas innecesarias en mitad de cancha. La segunda, esta vez para Sánchez, por hablar. Y la de Teo, por un patadón de impotencia. ¿Acaso no pensaron que podía desembocar en la goleada que se dio?

Ya está. El éxito del semestre pasado no puede cambiarse. Pero tampoco la vergonzosa actuación en Mendoza. Se terminaron las vacaciones, River. Llegó la hora de volver a las fuentes, no subestimar las situaciones y vestir con orgullo esta camiseta.