Ahí va el de la vincha con la 15 en la espalda a buscar la pelota. Los pelos le rebotan al ritmo de su trote, camino a su mejor función. Desde que la acomoda rigurosamente en el césped, hasta la carrera previa y la caricia final. Podía tratarse de un tiro libre o un córner que iba a caer al área, o de un remate directo con barrera. Ahí se paralizaba nuestro universo. Aquella hermosa rutina de verlo actuar antes de la orden del árbitro era el momento de esperanza suprema, y hasta la red se movía de antemano por acto reflejo.
Todavía me pregunto cómo aquel tiro al arco potente de Vangioni terminó acariciando el palo derecho del inmóvil Orión, con un solo toque de pelota y una contorsión corporal improvisada en una décima de segundo. O cómo en Colombia acomodaste de lleno el pie para calcular fuerza, velocidad y distancia perfecta para que a Armani le pique justo antes y no pueda frenar el tiro con nada. Lograste que situaciones futbolísticas excedieran a la lógica y al sentido común en momentos trascendentales, y eso es solamente digno de los elegidos.
Es que de eso se trata tu magia. Nos invitaste a ver recorridos de la pelota con una parábola imposible para las leyes de la física, que además terminaban teledirigidas a la cabeza del compañero mejor ubicado en el área. Y encima supiste tener la personalidad y el oportunismo para llenarnos el alma de fútbol con alguna delicadeza, o el corazón de gloria con goles inolvidables.
Y siempre existía un motivo más para encariñarse con vos. Desde tu estirpe rockera y verte cantando subido a un escenario, hasta los festejos del cododrilo en homenaje a tu hijo. Desde tu anécdota contando que te acalambraste por la tensión en tu primer entrenamiento en River, hasta verte emocionado cuando todo el Monumental te ovacionó a los 15 minutos el día que volviste con la camiseta de Argentinos.
Estaremos agradecidos eternamente, por lo que nos diste y lo que significaste. Aquel último semestre del 2014 nos regalaste el mejor momento de tu carrera, y desde que te fuiste dejaste un vacío enorme que aún no pudimos recomponer, porque jamás volvimos a sentir esa seguridad plena en las pelotas paradas.
Que lo cumplas feliz, querido Piscu. Tu recuerdo en River será eterno, al igual que esa zurda bordada con terciopelo y bañada de seducción que nos llenó de felicidad absoluta. Salud.
+ DRIUSSI: Un importante equipo europeo estaría tras sus pasos.