El volante llegó a los 100 partidos oficiales como jugador de River. Un repaso por los números de una pieza indispensable para el funcionamiento que pretende Gallardo.
Por momentos, pasa inadvertido. Como si ni siquiera estuviera en el campo de juego. Aunque es simplemente un espejismo. Participe o no con la pelota, Ariel Rojas siempre está. En silencio, de perfil muy bajo, sabe dónde lo necesita el equipo. Su función táctica le hace perder cierta cuota de brillo personal, pero es clave para cualquier DT.
Llegó a River a mediados del 2012. Le costó bastante al principio. El cambio fue grande. Sin menospreciar, de Godoy Cruz al Más Grande existe un abismo en materia de repercusión. El volante zurdo, surgido de Vélez Sarsfield, tuvo que adaptarse. Una vez que lo consiguió, comenzó a exhibir una parte de su repertorio completo.
Más allá de que se encuentra por debajo con relación a su capacidad goleadora en el Tomba, teniendo en cuenta que el Millonario señaló apenas dos tantos oficiales mientras que en el conjunto mendocino hizo 12, Rojas se transformó en una pieza indispensable. Así ocurrió con Ramón Díaz. Lo propio sucede para Marcelo Gallardo. Nada casual.
Anoche, en el Bosque, Rojas alcanzó su partido número 100 vistiendo el manto sagrado. Una cifra interesante que demuestra su valor en los últimos años. Y, pese a que parece difícil su continuidad, sobre todo porque exige un contrato oneroso, dejará una marca. Es que un centenar de presentaciones implica demasiado en El Más Grande.
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