Hace mucho tiempo desde La Página Millonaria teníamos planeado entrevistar a Rocío Oliva, quien por entonces era ni más ni menos que esa novia de Diego Maradonaque se le animaba al Diezluciendo su camiseta de River, una pasión que nunca negoció.Para muchos del afuera podría parecer inclusive hastauna provocación, pero a lo largo de esta nota quizás podamos entender un poco por dónde venía la mano. Y es queel amor hacia un equipo de fútbol en la vida de un fanático, la mayoría de las veces trae aparejada algunahistoriadonde sueleapareceruna persona que implícitamente nos ayuda a escribirla.

Hasta acá era una linda nota de color y más todavía si le sumábamos un pasado como exjugadora profesional del club. Pero por esas cosas típicas de desencuentros y diferencias horarias que todo lo complican, nunca pudimos. El tiempo pasó y la vida de lujos en Dubai que ofrecían susredes sociales,poco a poco se fueron cambiando por paisajes de Buenos Aires, bosquejos de la prensa sobre un presente poco alentador con el astro del fútbol y una realidad bastante diferente: Rocío volvió a Núñez y todos los días se entrena junto al equipo de Fútbol femenino de River.“Me siento abstraída de todo, acá soy yo y peleo el puesto igual o más que cualquiera de las otras chicas”, aclara.

-¿Por qué apenas volviste a Buenos Aires pisaste el Monumental?

-Es un año que recién comienza, pero creo que es un buen año para mí. Estoy contenta. Hay un dicho que dice que uno siempre vuelve al ‘primer amor’, a lo que le hace bien, yo sabía que era mi mejor opción volver al club. Todas las horas que paso entrenando me siento bien, desconectada de todo lo que pasa, de los líos.

-¿River es una parte de tu esencia como persona?

-Me enseñó muchísimas cosas como institución. Me educó y me dio contención. Desde los quinceaños que juego en el club, fue el lugar que me ayudó a dejar de pensar un poco en el sufrimiento que me causaba la muerte de mi papá. Tenía un técnico que se llamaba Diego Guacci que siempre me pedía el boletín para saber cómo me iba en la escuela. Es disciplina River: todos los técnicos te enseñan que primero está la educación. River no es cualquier club, es el mejor del mundo.

A Rocío se le llenan los ojos de lágrimas.Le cuesta más deslizar la palabra “muerte” que relatarnos una por una las anécdotas junto a Diego Maradona, o responder sobre todas las agresiones que recibió este último tiempo. Es dura como la pintan los medios, pero basta un ratito nada más de charla para darse cuenta que existeun punto de quiebre que ni la belleza que irradia superficialmente, ni ese discurso que pareciera tenerlo todo calculado pueden resistir: cuando habla sobre su viejo, con un tatuaje con un corazón y la fecha de su nacimiento vigilándolatodo el tiempo.

-Me acuerdo que en el velorio de mi papá yo no entendía mucho, tenía doce años. Llamé a uno de los amigos de mi papá que estaban ahí y le pedí que me llevara a casa a buscar la camiseta de River. Volví, me acerqué a él a dejársela y le prometí que iba a ser toda mi vida hincha y que iba a ir siempre a la cancha. Esta pasión para mi representa a mi viejo, era muy fanático, siento que es el amor que nos unió siempre y que todavía nos une a nosotros. Pero además no voy por él ya, me siento bien, me encanta ir al Monumental.

-¿Cómo empezás a jugar al fútbol?

-Estaba un día en la cancha y escuché por el altoparlante que se buscaban chicas para el equipo de fútbol. Mi viejo me acuerdo que no quería que yo jugara a la pelota, pero como esta oportunidad era en River, me excusaba pensando que de dónde estuviese iba a estar contento. Fui a Villa Martelli, donde estaba el predio, me acuerdo que la prueba fue un 7 de marzo, el mismo día del aniversario del fallecimiento de él. Éramos muchas chicas, como veinte, y quedamos cuatro.

-Arrancaste de grande entonces con tu amor por la pelota…

-¡Nooo! Era chiquita, hija única, y me quedaba durante todas las tardes en el patio de casa peloteando. Horas y horas. Ahora las cosas cambiaron y por suerte el fútbol femenino es un ambiente en el cual todas las chicas que se acercan a jugar se sienten mejor. Porque socialmente está existiendo una aceptación importante, que también acompañan los clubes con su esfuerzo. Hoy gozamos de viáticos para participar de competencias internacionales, hoy las chicas viajan a disputar la Copa Libertadores. En Riverpeleo el puesto igual o más que cualquier otra y eso es espectacular. Año tras año es una disciplina que crece.

-Es imposible no preguntarte por alguna anécdota al lado de Maradona, siendo el una persona tan relacionada con nuestro eterno rival, ¿Cómo vivieron la final en Madrid?

-No la vimos juntos, él se levantó y dijo: ´En esta casa no se ve el partido´, no lo podía creer, ahí entendí que ya estaba casi afuera de la casa de Gran Hermano, como yo llamaba a nuestra relación. No lo dudé un momento, le dije que entonces me iba, me armé un bolso y me fui. Está bueno ser así, siento que en todos estos años no cambié y pude seguir siendo yo, no me cambió ni un país ni un presidente, ni un viaje, ni Maradona. Eso lo viven los que me conocen y me hace bien que mucha gente tenga la chance de hablar conmigo y sorprenderse, lógicamente uno no puede generar ese vínculo con todos, pero son pequeñas satisfacciones cotidianas que me hacen bien en mi día a día.

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