Gracias a los goles de Cavenaghi y Boyé, El Más Grande se impuso 2-1 sobre Argentinos Juniors y se encontró con el primer lugar en la tabla de posiciones. Ahora, a luchar por la clasificación en la Copa Libertadores.
Un abrazo representa diversas sensaciones. Desde la satisfacción por un reencuentro hasta el desahogo como consecuencia de una meta cumplida. Aunque en este caso el saludo entre Lucas Boyé, que rompió una sequía de 21 partidos oficiales, y Fernando Cavenaghi es la imagen de un River que se aferra a la esperanza. Un River que en el torneo extra large busca ser protagonista en el comienzo mientras desea que el próximo miércoles los planetas estén alineados de una buena vez por todas en la Copa.
El análisis es sumamente positivo en el ámbito local. Es que el Millonario acumula seis victorias, cuatro de ellas consecutivas, y tres empates. Desconoce lo que es sufrir un traspié. Sin ir más lejos, la serie es de 12 compromisos oficiales invicto, incluyendo la Libertadores. El crecimiento futbolístico, salvo en México, se vio reflejado después de aquella igualdad inesperada frente a Juan Aurich. Marcelo Gallardo incluso formó un equipo alternativo al que consolidó y le responde mediante alegrías.
Anoche, en La Paternal, River hizo un primer tiempo muy bueno. Fue netamente superior sobre Argentinos. El Muñeco, inteligente, dispuso un 4-3-3. Atrás tuvo un hombre más que su rival. Adelante, por momentos, quedó mano a mano frente al 3-4-3. De esa manera, obligó a que los carrileros locales retrocedieran. Y semejante imposición táctica logró que en el río revuelto hubiera ganancia de pescador, debido a que Cavenaghi picó habilitado mientras el Bicho dormía la siesta de bajo las estrellas.
El 1-0, más allá de una atajada excelente de Marcelo Barovero, le quedó corto a la etapa inicial. Gonzalo Martínez hizo un desparramo sobre la banda izquierda. Jugó, hizo jugar y brilló. Imposible no aplaudir la pelota que bajó luego de un envío frontal de Emanuel Mammana. Cómo no celebrar también el amague con el cuerpo para desorientar a un adversario y sacar un derechazo que merecía coronar el taco previo de Ariel Rojas. Pero el Pity sufrió una molestia que le impidió seguir: adentro, Boyé.
Un descuido derrumbó todo el trabajo realizado. El ingresado Lautaro Rinaldi definió de media chilena, tras un lateral, para poner el 1-1. Injusto, aunque Argentinos había mejorado con relación a los 45 minutos anteriores. Antes, el Torito había fallado en una chance clara. Una vez más, la ley de los tantos desperdiciados se cumplió. Lejos de sentir el golpe, River aprovechó su siguiente remate: una gran jugada colectiva concluyó como empezó. Boyé se asoció con Cave, que abrió a la derecha para Camilo Mayada, cuyo centro sirvió para que Boyé definiera. Golazo.
Quedaba mucho por delante. El delantero juvenil había entrado muy bien, pero atrás era un sufrimiento cada vez que el equipo de Néstor Gorosito ejecutaba una pelota parada. Trapito se lució con una doble atajada de colección. Impresionante. Si bien es cierto que Argentinos apretó en el final y River pudo haber liquidado la historia de contragolpe, el triunfo fue totalmente justo. Así, el conjunto que dirige Gallardo se sumó al lote de punteros y demuestra que está listo para ganar en la Copa. ¿Habrá un abrazo del destino?