En poco más de un año perdimos la mayoría de aquellos nombres que catapultaron a River al lugar que le corresponde. Una historia de resurgimiento, alegría, nostalgia, tristeza, bronca y esperanza. Todos esos sentimientos en una sola pasión: la del hincha de River Plate.

Barovero; Mercado, Pezzella (Mammana), Ramiro Funes Mori (Balanta), Vangioni; Sánchez, Rojas, Kranevitter, Pisculichi; Cavenaghi y Teo Gutiérrez. ¿Qué tienen en común estos nombres? Formaron parte del River multicampeón, algunos con más injerencia que otros, pero todos claves para que River volviera a ser el número uno en el continente y primera plana en el mundo.

Se fueron yendo, como arena que se escurre en las manos. El tiempo nos mostró una vez más lo cruel que puede ser en los buenos momentos y el éxodo se fue dando tan paulatinamente que no nos dimos cuenta el momento en que ya podemos armar un equipo titular de ex-River como el mencionado arriba.

Bronca y tristeza: es irreprochable el enojo de los hinchas, ese enojo mezclado con pena y melancolía de lo que alguna vez fue. Casos en los que quizás la dirigencia pudo haber hecho algo más para retenerlos, otros en los que fue imposible. Ésa es otra discusión.

Pasamos del “que se vayan todos” de hace pocos años (tampoco es el objetivo de esta nota recordar esos tiempos oscuros) a “llorar por cada uno que se va“. Eso significa que “algo” bien se hizo. Sí, saltará la voz que yo también tengo dentro mío del “¿y por qué no los aguantamos un poquito más? No te digo a todos, pero a un par al menos”. Sí, es verdad, insisto que ésa es otra discusión.

Nostalgia: yo hoy me quedo con ese gol de Piscu en el Monumental frente a ellos, el Parapam de Trapito, Mercado frente a Atlético Nacional en la final de la Sudamericana, Ramiro, desde el Ramirazo hasta el cabezazo frente a Tigres, Vangioni raspando, dejando todo por La Banda, Sánchez, ¿qué decir de Carlitos? El jugador que se hizo referente en el momento más importante. Rojas jugando a lo que había que jugar y aceitando los engranajes del equipo del River de Ramón y el del Muñeco, Kranevitter que le enseño al mundo que el cinco, si es de River, también puede tener clase, Cavenaghi y toda su pasión por El Más Grande hecha goles, más de un centenar de goles, y Teo, que con amores y odios, tuvo el estilo River y la guapeza de silenciar por ejemplo al Mineirao.

Alegría: gracias a los que se fueron por todo lo que hicieron. ETERNAS GRACIAS a Maidana, Ponzio y Mora por seguir transpirando esta camiseta como si aún no hubieran ganado nada.

Esperanza: aliento y apoyo a los que tienen ahora la responsabilidad y el orgullo de vestir esta camiseta, la más grande de todas. Por lo que fue y por lo que pudo ser, por lo que hay, por lo que puede faltar, por lo que venga y por este instante.

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