Lejos de generar un temor excesivo o el deseo con los dedos cruzados de querer evitarlo, un gran anhelo para los hinchas de River es cumplir el sueño de ver un duelo frente al Barcelona en la Mundial de Clubes.

La pelota gira. Va de un lado para el otro. Mira desde cerca al mismo color de medias, se somete a los botines de los mismos dueños. La historia se repite en loop. Una y otra vez. Tantos millones de euros invertidos en jugadores de enorme jerarquía para no poder tener lo menos costoso y, paradójicamente, más importante: el balón. Real Madrid lo mira. Barcelona lo tiene. El baile, por momentos, es descomunal. Cuesta creer que se trata del Superclásico español y, quizás, el de mayor relevancia en el planeta. Sin embargo, a todo hincha de River con ilusiones de guardar una página dorada, lo motiva de cara al 20 de diciembre.

Por supuesto que primero hay que cumplir los deberes en semifinales. Llegue quien llegue, promete dar batalla. De ninguna manera hay que dar por sentado que la cita principal de Yokohama será entre River y el Barcelona. Pero es imposible no imaginarlo. El sueño se encuentra latente, intacto, por lo menos hasta el miércoles 16 de diciembre. Lejos de generar temor, motiva. Ésa es la mentalidad que despierta en cualquier fundamentalista, bien entendido, del Más Grande. Sobre todo durante estas horas, luego de ver la paliza técnico-táctica del Barcelona, sin Lionel Messi entre los once. El entusiasmo crece de forma directamente proporcional al poderío del adversario.

Lo cierto es que Mazembe, de Congo, Auckland City, de Nueva Zelanda, y el campeón japonés asoman como rivales. Uno de ellos se medirá al Millonario. Del otro lado, Barcelona espera por América, de México, o Guangzhou Evergrande, de China, flamante ganador de la Champions League asiática. Dicho todo eso, y siempre dentro de la mesura necesaria, la motivación surge de manera natural. ¿O a quién no le seduce un desafío antes los ojos del planeta? También es lógico cierto grado de preocupación, sí, aunque la adrenalina supera ese sentimiento para abrirle la puerta a la expectativa de agregarle una página gigante al fútbol argentino y mundial, así como a la riquísima gloria de River.

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Por lo pronto, restan 25 días para el estreno de River en Osaka. Mientras Barcelona aplica la triple G nada menos que frente a Real Madrid en el Bernanéu, Marcelo Gallardo piensa en la Copa Sudamericana. Puede sonar a discurso premeditado, pero realmente es así. Necesita dar vuelta la serie ante Huracán al mismo tiempo que suenan vientos de motivación pensando en Messi, Andrés Iniesta, Neymar, Luis Suárez y compañía como futuros enemigos futbolísticos. O no, porque a pesar de la distancia que existe hoy entre uno y otro, River y Barcelona caminan por una vereda similar.

Ambos son gigantes. Ambos defienden un estilo histórico. Ambos son multicampeones. Sin embargo, teniendo en cuenta lo poderoso que es el Barcelona en la última década e incluso su supremacía económica, River quiere dar un batacazo inolvidable en Japón. Difícil, claro que sí, pero nunca imposible para el Muñeco y un grupo de jugadores dispuesto a ser noticia alrededor del planeta. Tampoco resulta para los hinchas, quienes ya saben lo que es poner la mejilla en los momentos bravos. Ellos, más que nadie, se merecen cerrar un ciclo dorado con el mayor éxito de todos los tiempos.

+ Mascherano, lesionado en el clásico.

+ En España no le pierden pisada a River.

+ “En Argentina no jugaría en otro club”.