Gonzalo Martínez aseguró que tiene pensado continuar en el Millonario, aunque aclaró que en caso de llegar conveniente para el club todo podría cambiar. A su vez, reveló algunos detalles de sus inicios como jugador y contó cómo es su vida fuera del Mundo River.

Indudablemente, el Pity es el futbolista del plantel que más vendrán a buscar los equipos del exterior. Su nombre sonó en varios equipos del Viejo Continente, donde tranquilamente podría jugar por las condiciones que tiene y por lo que ha demostrado durante estos tres años que lleva en Núñez.

Sin embargo, y de acuerdo a lo que le explicó a Página 12, el volante ofensivo no tiene apuro de marcharse: “¿Mi futuro? Lo imagino acá todavía. Si llega alguna oferta, se verá. Tengo la suerte de mantenerme más de tres temporadas en un club como River. Aunque voy a cumplir 25 años y es hora de dar un paso en mi carrera”.

Además, el mendocino dejó en claro que de ninguna manera lo desgasta tener la responsabilidad de llevar la número 10 en la espalda: “No me molesta, si es lo más lindo que hay. Para mí que un nene venga y te pida una foto es hermoso. Seas el 10 o no, ya el hecho de estar acá en River es una felicidad tremenda. Es un sueño cumplido”.

¿Qué considera que no cambió en su juego a lo largo de los años? “El atrevimiento. Ser atrevido, encarar, pedirla siempre. Esas cosas son las que vienen del barrio, después en los clubes mejorás la técnica, el pase, los movimientos, pero el atrevimiento viene con uno”, expresó.

Incluso, el Pity aseguró que jamás pensó en marcharse cuando no lograba rendir en el Millo:Nunca dudé en quedarme y pelearla, por eso no quise irme. La gente del club creyó en mí y eso me daba fuerzas. El técnico, mis compañeros… Es cuestión de trabajar y respetar a los que te critican”.

Por otra parte, Martínez mencionó algunas de las virtudes que posee Marcelo Gallardo: “Es muy bueno a la hora de hablar, de ser sincero. De exigirnos en las prácticas, de corregirnos los errores, de retarnos por errar un pase. Eso te hace crecer”.

+ SUS INICIOS:

Todo el tiempo se lo dedicaba al fútbol: “Nos la pasábamos jugando en el fondo de mi casa con mis hermanos. A ellos, más allá de que les gustaba el fútbol, los volvía loco para patear todo el día. Tengo dos más chicos y uno más grande. El primer recuerdo que tengo pudo haber sido a los diez años, mis hermanos tendrían 8 y 7, y el más grande 16. Somos siete hermanos. Teníamos la parte de delante de la casa en la que había dos habitaciones; en una mis, dos hermanas; y nosotros cinco en otra; en el fondo, mis viejos. No nos aburríamos nunca. Estábamos todo el día detrás de la pelota”.

¿Antes se valoraba más al balón? “Sin dudas. Para mí fue el sinónimo de mi infancia. Si tuviera que identificarla con algo, lo haría con una pelota. Fue toda mi infancia al lado de ella. Hoy es más fácil por ahí tenerla. Se te rompe y comprás otra. Las cosas cambian y los chicos no toman esa conciencia que antes había”.

Los jugadores a los que admiraba cuando era más joven: “Teníamos tele en casa, pero no podíamos ver fútbol en vivo porque no teníamos cable. No veíamos fútbol, salvo cuando en el Superclásico el vecino nos invitaba y éramos quince o veinte dentro de la casa del hombre. Pero miraba mucho a D’Alessandro, y después a Robben. Igual no imitaba a nadie”.

Vino a Buenos Aires a vivir con su representante para jugar en Huracán: “Tuve la suerte que mi representante me trajo a vivir a los 14 años a su casa. Pero pasé por muchas pensiones. Viví muchas cosas que hoy me hacen estar mucho más fuerte de la cabeza, que no me voy a olvidar”.

A pesar de que no le faltó alimento, debió hacer sacrificios: “No faltó comida, pero capaz a veces era un sánguche. Más allá de eso tratábamos de pasarla bien aunque nos faltaran cosas que un chico en una vida normal debe tener. Se disfrutaba igual. Mis papás me criaron con mucho esfuerzo, en casa nunca nos faltó para comer. A veces había sánguches y mis viejos tomaban mate. No nos dábamos cuenta que en ese momento no había para todos y que ellos dejaban de comer para darnos a nosotros. Ya de grande valorás muchísimo esas cosas”.

+ SU CARRERA:

Diferencias entre Primera y B Nacional: “La precisión con la que se juega. En la B es más lucha; en Primera, son momentos puntuales en los que si no sos preciso, terminás siendo mal visto. En la B la podés perder más. En la A tienen que salir las jugadas limpias”.

¿Por qué no se queja cuando le pegan patadas? “Porque nunca creo que me peguen con mala leche. Obvio, a veces tengo choques fuertes, pero para qué quejarme, si eso lo único que logra es sacarme del partido. Le doy más importancia cuando erro un pase que cuando me pegan una patada”.

La razón por la cual cree que cada vez hay menos enganches: “El fútbol es mucho más físico que antes. Se dejó de usar a ese jugador que flotaba libre de mitad de cancha para arriba. Pero siguen saliendo jugadores interesantes de esas características en la Argentina. Por ahí en varios lados no te dan bola por esa característica, pero es la esencia del fútbol argentino. Un fútbol que creció en base al talento de sus enganches”.

La importancia de la preparación física: “Hay que entrenarse. El esfuerzo te lleva a pelear. Por ahí cuando llueve no te gusta entrenar, pero es cuando más tenés que estar porque ahí le sacás la diferencia al que se queda en la casa. Hoy, por más que lo físico sea más preponderante que el talento, el esfuerzo debe estar acorde a tus expectativas”.

+ LO QUE HACE EN SU TIEMPO LIBRE:

¿Qué hace fuera del Mundo River? “Despejarme con mi hija. La voy a buscar al jardín, vamos a la plaza a jugar, o trato de dormir un rato y después dedicarme a ella y a mi mujer. Nosotros somos un poco egoístas porque concentramos y perdemos el día a día de la familia. Es muy difícil estar en los dos lados, pero estoy disfrutando más ahora”.

Las actividades que tiene siendo padre: “Cambio pañales, como corresponde. Con mi mujer tratamos de organizarnos bien para que cada uno sepa qué es lo que tiene que hacer. Tengo la suerte de que mi mujer estudia nutrición y a mí me gusta mucho cocinar. Cuando no está ella, cocino, no tengo problema. Ella dice que cocino bien, y aprendió un montón, que era lo que nos costaba al principio. Pero tiene dos veces por semana que cursar a la noche y me toca cocinar a mí. Ahí es cuando hay más tiempo para estar con mi hija. Se porta muy bien”.

Lo que le gusta preparar: “Me gusta mucho hacer pastel de papa. Cocino muchas cosas al horno. Me gusta. Me tuve que criar cocinando. Arranqué con arroz, fideos, salchichas y Paty, pero después, viendo a mi vieja cocinar, porque en Mendoza no se pide mucho delivery, aprendí mucho”.

Se reúne para comer con varios compañeros de River: “Nos juntamos. Siempre tenés un grupo con el que te juntas más y por ahí vienen a comer a casa. Hago un guisito yo algunas veces, otras veces cocina mi mujer, pero vienen varios”.

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