El sábado 24 de noviembre no fue el día que hubo incidentes por la agresión al micro de Boca. No. El sábado 24 fue el día en el se montó un escenario cínico con la vida de los ciudadanos como carnada para poder escribir un capítulo negro en el fútbol sudamericano. Mataron a la Copa Libertadores para hacer negocios y nadie mira para el verdadero foco triste de esta historia.

Maxi y Rodrigo son dos hermanos que siguen a Riversiempre, incluso han viajado por el interior y el exterior para ver a La Banda, “River es todo para nosotros, una herencia de familia”, relata Rodrigo a La Página Millonaria. El es el hermano mayor y aún no puede creer lo que vivió esa fatídica tarde cuando iba al Monumental para ver la Superfinal.

Lo del micro de Boca era una realidad desconocida del otro lado de las inmediaciones del estadio, por el puente Labruna, lugar donde Maxi y Rodrigo estaban ingresando para poder ir a ocupar sus ubicaciones que tienen por Tu Lugar en el Monumental en la Sívori Alta. Aún desconocen el motivo, quizás alguien intentó colarse o algo, pero Gendarmería empezó a reprimir salvajemente con balazos de goma.

Rodrigo logró escapar de la cacería pero vio a su hermano perplejo agarrándose la cara a la altura del ojo. Se reencontraron y Maxia pesar del fuerte dolor que tenía, pidió entrar. Era el partido de sus vidas, y no quería perdérselo. Otra vez emprendieron el camino hacia el ingreso.

Fuente: Marca

En el control policial Rodrigo le mostró a un agente lo que le había pasado a su hermano, el cual lo ninguneó y apuró a que pasase. Rodrigo insultó al aire de la impotencia, lo que provocó insólitamente que el policía lo persiguiese, lo apurara y le pidiera DNI y entrada. Rodrigo accedió, pero el oficial jamás le devolvió la entrada. Sí, el policía le robó la entrada original, con los datos de su nombre y número de documento.

Maxi fue a la clínica Santa Lucía y desde el fin de semana pasado está accediendo a controles diarios. Tiene muy comprometido su ojo como consecuencia de una bala de goma y está luchando para no perderlo. No puede quedar impune ni tapada la salvaje represión policial por un evento deportivo, por más gigante que sea.