Llegó a Riverpara cumplir un sueño y jugar en el equipo de sus amores. Pero logró mucho más de lo que había soñado: consiguió una Copa Argentina, una Supercopa Argentina, una Recopa Sudamericana y dos Copa Libertadores. Y una de ellas fue nada menos que ante Boca, porla final más soñada de la historia.

Pero ojo, no todo fue alegría en la vida de Enzo. En una entrevista que le concedió a La Nación, el mediocampista reveló que su infancia en Mendoza fue dura: “No fue fácil. Estábamos 3 meses en una casa, 4 meses en otra, éramos nómades. Se terminaba la plata para el alquiler, entonces mi viejo hablaba con algún conocido y le pedía que lo aguantara un tiempo hasta que consiguiera trabajo. Mi viejo era albañil y viste cómo son esos trabajos, ¿no? Una semana tenés, otra no. Una vez le dieron una obra grande en un barrio, y ahí vivimos en una buena casa, pero en cuanto terminó la obra, afuera. En una época vivimos en un garage, con los colchones, la mesa, la garrafa para cocinar. Para bañarnos le teníamos que pedir el baño a la gente que vivía en la casa”.

Además, y con mucha emoción, el hombre de 33 años recordó algunos de los esfuerzos que sus padres debieron hacer cuando notenía para comer:“Yo vi cuando mi viejo fue a vender la alianza de casamiento para comprar comida o recuerdo haber ido a buscar a mi vieja a su habitación para que viniera a comer con nosotros, y que me contestara que no tenía hambre, o cualquier otra excusa, para no sacarnos comida a nosotros. La he visto sufrir porque no nos podía dar lo que queríamos. Por ahí pasaban los cumpleaños y no los podíamos festejar. Cerca de casa había una panadería y cuando pasaban 2 o 3 días sin vender, íbamos sin vergüenza a pedir que nos dieran lo que sobraba para tener algo más sobre la mesa”.

Por otra parte, el volante comentó qué fue lo que su padre le inculcó de joven:”Yo soy un apasionado del fútbol desde chico, y esto también incluye el entrenamiento. Sé que para estar bien en la cancha me tengo que matar afuera. Mi viejo me inculcó otro tipo de valores: sacrificio, humildad, respeto. El ambiente del fútbol es difícil y cuando te van las cosas bien, más si sos joven, se te pueden subir los pájaros a la cabeza. Y tanto mi viejo como mi vieja siempre estuvieron para hacerme tener los pies sobre la tierra”.

Consultado acerca de la experiencia de su padre con el fútbol, Enzo relató: “Mi viejo jugaba con la 10 en la espalda, era muy habilidoso, un gran tirador de caños. Llegó hasta la Primera de Maipú, pero era una época en la que el club traía jugadores importantes de otros lados. Mi viejo era el típico al que le gustaba jugar, pero de entrenar… muy poco, ja. Muchos de sus amigos me dicen: ‘Si tu viejo hubiera tenido un 10 por ciento de la cabeza de un profesional, habría llegado lejos’. No le gustaba correr. Si se lo hubiera propuesto, habría llegado, no tengo dudas. Lo he visto jugar y hacía diferencia”.