En un partido bastante difícil, River se encaminaba hacia la victoria hasta que un pequeño instante de distracción permitió que Quilmes llegara al segundo gol para el 2-2 definitivo en el Monumental.
Los tres puntos no quedaron en casa. Cuando parecía que iban a permanecer en Figueroa Alcorta 7597, un segundo costó muy caro. Más allá del segundo gol en sí, hubo un breve lapso de tiempo entre el pase de Rodrigo Gómez y el control de Sebastián Romero para que el Cervecero sacara una igualdad de la galera. Así, impidió que El Más Grande alcanzara seis unidades sobre seis posibles para continuar entre los líderes.
Fue injusto el empate porque el Millonario, aun con un rendimiento inferior al que había exhibido en los tres compromisos anteriores, reunió méritos para obtener una victoria exigua, aunque victoria al fin. Pero a River le duró apenas seis minutos la última ventaja. El golazo de Leonardo Ponzio, cuyo ingreso aportó despliegue y criterio en la elaboración, fue opacado por el nuevo golpe.
El nivel del conjunto que dirige Marcelo Gallardo tuvo poco vuelo. Entre el planteo visitante, con orden e inteligencia para ocupar los espacios en el afán por neutralizar a La Banda e incomodarla -presionó a los receptores e incluso ajustó marcas-, y la falta de aceleración suficiente se hizo complicado el desarrollo. De hecho, la única forma de vulnerar a Quilmes se presentó cuando la precisión en velocidad rompió cualquier tipo de barrera defensiva.
Teófilo Gutiérrez, de cabeza, le puso moño a una gran jugada colectiva en la que Camilo Mayada, levemente adelantado, lo abasteció. Fue una sucesión de pases rápidos, asociando a volantes y delanteros. El golazo de Diego Buonanotte, que cumplió la famosa ley del ex, puso paridad nuevamente en el marcador. Sin embargo, el ingresado Ponzio, que reemplazó a Gonzalo Martínez, lesionado, despertó la ilusión del triunfo otra vez.
En pocos minutos, llovieron los goles. Aunque el de Chirola Romero fue inesperado. Derrumbó una victoria argumentada en la insistencia de River. Es que River fue eso, insistencia. No brilló. Tampoco mostró sus mejores cartas futbolística en materia de desempeño colectivo. Como siempre, asumió el protagonismo. Manejó la pelota, pero de forma incómoda porque estuvo impreciso. Sufrió fallas individuales y el estado de un campo lejos de ser óptimo para jugar por abajo.
Lo cierto es que el Muñeco no se fue conforme. Reconoció que la producción fue insuficiente. El Millonario mereció la alegría final. Dos goles tendrían que haber alcanzado, pese a todas las dificultades mencionadas. Pero el segundo fue muy caro. Ése segundo gol. Ése segundo de distracción que le dio tiempo a Quilmes para hallar el único hueco disponible. Un 2-2 que molesta, sobre todo porque fue en casa.
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