Rodrigo Mora estuvo a punto de irse al Al-Nassr, de Arabia Saudita. La historia de un uruguayo que llegó a River con la cabeza gacha, que supo desde el primer momento lo que significaba el manto sagrado, alternó buenas y malas, y a fuerza de sacrificio, esfuerzo y grandes rendimientos, se metió en el corazón del hincha.
Al borde de Brasil, dentro de tierras uruguayas, más precisamente en Rivera, el 29 de octubre de 1987 nacía Rodrigo Nicanor Mora. En el seno de una familia muy humilde y trabajadora, aparecían los primeros saltos de La Pulga.
No tuvo una infancia fácil. Para peor, el primer amor de su vida, su mamá, falleció cuando Rodrigo tenía apenas 12 años. Su padre, Waldemar, era albañil y por eso pasaba sus días en obras ayudándolo con el trabajo. Quería enseñarle el oficio, pero no había caso. La Pulga se fugaba al campito para jugar al fútbol, como destaca en una entrevista de hace dos años con El Gráfico. Waldemar insistía que “el fútbol no le iba a dar de comer”.
El atrevimiento de Rodrigo, sumado a sus ganas, y su talento natural, provocó que el fútbol estuviera siempre en su vida. Su padrino tenía una escuelita en Rivera y esto le abrió el camino. Las vueltas de la vida lo llevaron a debutar profesionalmente en Juventud, de Las Piedras. Luego pasaría por Defensor Sporting, Cerro, retornó a Defensor Sporting, donde tuvo una temporada brillante que le abrió las puertas en Portugal.
Volvió a su tierra natal para jugar en uno de los más grandes, Peñarol, y sus enormes actuaciones lo acercaron al Más Grande. Para los que les gustan los juegos de palabras, el destino de Mora parecía estar sellado. Su segundo apellido, Núñez, su tierra natal, Rivera, lo empujaban a jugar en River.
Y llegó. Y debutó el 2 de septiembre del 2012, frente a Colón, de Santa Fe, ingresando por un compatriota, Carlos Sánchez, en un encuentro que terminaría empatado 1 a 1.
Como toda historia de amor, Mora tuvo “su primer beso” una semana después en el Monumental. Fue 3 a 3 frente a Newell’s y su primer gol con la camiseta más linda del mundo.
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Llegó su primer Superclásico y el uruguayo no defraudó. Primer torneo en River, 6 goles, máximo goleador de La Banda. Sus actuaciones convencieron a la dirigencia para que comprara su pase.
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Un bajón en su rendimiento, sumado a diferencias con el entrenador del momento, Ramón Díaz, La Pulga se fue a préstamo a la Universidad de Chile. Pero volvió. Claro que volvió.
Levantó la Copa Sudamericana siendo el goleador del equipo y tuvo un 2015 impresionante. Sacrificio, goles importantes y actitud.
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Pero llegó el momento de su partida. En seis meses, a Rodrigo se le vence el contrato. Podía optar por no querer negociar su pase, y partir a un nuevo club sin que a River le quede un peso. Pero no. Mora quiere demasiado a River. Y llegó la oferta del equipo árabe que lo viene siguiendo desde hace tiempo y hacia allí se irá, pero antes, jugará hasta el final de la Copa Libertadores.