Trapito se transformó en el responsable de sostener la ventaja en el Nuevo Gasómetro para que River pudiera coronarse campeón de la Recopa. Los números de un arquero que va camino a quedar en el recuerdo eterno.
De perfil bajo fuera de la cancha, pero capaz de gritar cuando es necesario para acomodar a la defensa, Marcelo Barovero es el capitán de un River multicampeón. Con más de un centenar de partidos en “el arco más grande del mundo”, como lo denominó el histórico Amadeo Carrizo, el guardameta surgido de Atlético de Rafaela se consolidó enseguida. Arribó en julio del 2012, sin mayores pergaminos que un paso exitoso por Vélez Sarsfield, para ganarse poco a poco el cariño de los hinchas millonarios.
Indispensable con la mano derecha para impedir que Emanuel Gigliotti pasara a ser un verdugo, Barovhéroe causó que el Parapan -más cercano a los diálogos de otro héroe como Batman en pleno combate de puño- se hiciera motivo de burla para quienes frecuentan la calesita del Parque Lezama. Lo cierto es que esa atajada fue un punto de inflexión, al igual que la que tuvo contra otro sujeto identificado con el azul y amarillo: Matías Caruzzo. Cuando parecía que el defensor sería el centro de las luces, Trapito exhibió unos reflejos excelentes y ahogó el grito de miles de cuervos.
Además de dicha acción frente al marcador central, el arquero de River apareció en cinco ocasiones más. Desde algunos remates débiles hasta un mano a mano contra Héctor Villalba, pasando por un cabezazo del ingresado Mauro Matos. Ninguno logró doblegarlo. Es que para los adversarios resulta un auténtico desafío. Las estadísticas reflejan que Barovero lleva 104 compromisos oficiales en El Más Grande, con 78 tantos recibidos y nada menos que 51 veces valla invicta, es decir en casi el 50% de sus presentaciones. Números con los que se encamina hacia el recuerdo eterno. Y merecido.