River tiene hinchas repartidos a lo largo y ancho de todo el planeta. No solo argentinos radicados en el exterior, sino también extranjeros que se enamoraron de los colores, de la historia, del Monumental, de su gente o de equipos icónicos. Como es el caso de Borja Valero.
El futbolista, surgido en Real Madrid pero recordado por sus buenos pasos por Inter de Milán y Fiorentina en la Serie A, reveló recientemente que es fanático del Más Grande. Y no solo eso, contó también cómo le surgió esa pasión, y las locuras que hacía para poder seguir los partidos cuando era chico.
“Me enamoré del Payasito Aimar, el River de Aimar y Saviola era algo que me gustaba mucho ver”, aseguró el ex volante español en una entrevista con el creador de contenido Rodrigo Rea. “Cuando podía veía a River a las 3 o 4 de la mañana en España escondido de mi madre”, recordó.
Quién es Borja Valero
Nacido en la capital española, realizó todo el trayecto de Juveniles en Real Madrid y aunque se destacó en el Castilla (equipo filial, símil Reserva), se fue libre al Mallorca antes de debutar oficialmente en el equipo profesional del Merengue. Tras un año allí dio el salto a la Premier League para jugar en Wets Brom, y después de dos etapas allí y otro breve ciclo en Mallorca, comenzó a crecer.
En 2010 pasó a Villarreal, donde su carrera empezó un tramo de franco ascenso. En el Submarino Amarillo no tardó en asentarse: estuvo dos años y disputó 97 partidos. A mediados de 2012 lo compró Fiorentina en 7 millones de euros y en el equipo Viola es amado: 17 goles y 45 asistencias en 233 apariciones. Su nivel le valió un traspaso al Inter de Milán, en donde jugó 100 partidos en tres temporadas.
De cara a la reanudación del fútbol europeo post parate por pandemia de coronavirus en 2020, Valero regresó a Fiorentina para tener una segunda etapa. Fue solo de un año, y luego pasó al ignoto CS Lebowski, del ascenso italiano, donde militó hasta retirarse a mediados del 2023 a sus 38 años. También jugó en la Selección de España. Fue un volante de gran visión de juego, buen pie y una excelsa pegada tanto en pelota parada como en movimiento.